Recuerda usted amigo lector aquella frase que soltó el todavía presidente de la República, Andrés Manuel López

Obrador, cuando señalaba textualmente: ““y que no me vengan a decir, que la ley es la ley”. Pues sí señor Presidente, efectivamente los mexicanos hemos construido un estado de derecho en el que todos los ciudadanos estamos obligados a obedecer la letra de la ley, porque forma parte del entramado normativo que hemos diseñado al paso del tiempo, adecuándolo a las circunstancias actuales, y que ha sido un marco de referencia para mantener vigente nuestro Estado de Derecho, ese que usted ha pretendido vulnerar.

Las movilizaciones de la Sociedad civil han mostrado y demostrado que usted ya no cuenta con los índices de aceptación popular con los que llegó a ejercer su encargo de Presidente Constitucional de Los Estados Unidos Mexicanos, y eso quiere decir que su declive como gobernante ha comenzado, y han sido los propios mexicanos quienes se lo han hecho ver a causa de sus excesos verbales, porque usted se ha convertido en la mayor fábrica de ofensas que hayamos tenido los simples ciudadanos en este gran país.

Debo decir que usted ha sido uno de los peores mandatarios que hemos tenido, y ha sido usted solamente quien se ha ganado ese sitial, y puede tener la seguridad de que lo reseñará en toda su dimensión, esa historia en la que ocupará uno de los peores lugares a causa de su empecinamiento de dividir a los mexicanos a través de epítetos que muestran su mendicidad. Y déjeme recordarle, que nosotros lo votamos, y que ahora asumimos la responsabilidad de habernos equivocado, pero el juicio de la historia le tendrá deparado para la posteridad uno de los peores sitiales que alguien pudiera ocupar.

Tuvimos mandatarios asesinos, ladrones, ineficientes, mendigos, inútiles, infames, detestables, ignorantes, legos, iletrados, incultos, necios, ignaros, nescientes, rústicos, pero ahora debemos aceptar que estamos ante un superdotado en materia de indignidad y de maldad. Pero no hay plazo que no se cumpla, ni pueblo que lo aguante, porque puede usted tener toda la seguridad de que la mayor parte de los mexicanos lo aborrecen, lo odian, lo denuestan, lo critican, pero sobre todo, han renegado de haberlo llevado al poder.

Déjeme decirle que la muestra del ejercicio de soberanía que le han dado los mexicanos es el primer anuncio de su declive como mandatario, y le recuerdo que la Soberanía es el dominio de un Estado sobre sí mismo, y se manifiesta por la voluntad política que posee un pueblo de tomar decisiones para autodeterminarse, manifestarse, y tomar decisiones de manera autónoma. Que no se le olvide que la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos señala que el Pueblo, y le recuerdo que usted no es el pueblo, pero lo representa por mandato popular, ejerce su soberanía por medio de los poderes de la Unión, y no solamente por el Ejecutivo, y usted se ha regocijado violando a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Bien dicen en el argot popular que ““el que se lleva, se aguanta”, y usted le ha estado tocando los “tanates al toro” como señala el refrán popular, y ese toro ya le dio una muestra de su propio Chocolate. Ojalá lo entienda, no lo queremos, simplemente lo respetamos por la investidura que detenta, pero hasta ahora usted mismo le ha faltado el respeto a esa investidura de la que hace gala todo el tiempo, y que hasta ahora solamente la ha denigrado porque sigue siendo el mismo pendenciero que comenzó a recorrer el país hace más de veinte años. Permítame darle un consejo: dedíquese a gobernar, armonice su comportamiento ante los mexicanos, pero, sobre todo, intente dar buenas cuentas, porque las malas cuentas lo van a mandar al basurero de la historia. Así de simple. Al tiempo.

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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación.