SINGLADURA 
Dice nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador que el semanario
Proceso “no se portó bien con nosotros”. Supongo que el plural utilizado por el Jefe del Ejecutivo alude a la forma cómo el semanario trató a los morenistas, hoy en el poder. Negó el mandatario que fuera “un reproche” a Proceso. ¿Cómo podría llamarse la queja, el señalamiento, la crítica, el apunte? No lo sé.
Refirió el presidente otros hechos relacionados con el “comportamiento” de diferentes medios periodísticos, nacionales y extranjeros como the Financial Times. Hace rato que el presidente revela incomodidad, quejas y hasta malestar con la prensa, parte de la cual ha sido calificada como “fifi” por el primer mandatario.
Desde sus tiempos de campaña, López Obrador arremetió varias veces contra la prensa, a la que no dudó incluso de calificar de corrupta, parcial, o de tejer una campaña de desprestigio en su contra para obstaculizar junto con la mafia del poder su ascenso a la presidencia del país.
También desde su campaña anunció la supresión de las oficinas gubernamentales de prensa y un dramático recorte –al menos del 50 por ciento- de los fondos públicos destinados a la publicidad y/o difusión gubernamental, que ha considerado demasiados onerosos, pero además repletos de corrupción.
Ya en la presidencia del país, el gobierno de López Obrador ha exhibido una serie de listas con los nombres de periodistas presuntamente corrompidos con dinero público. Muchos de estos periodistas señalados han argumentado su doble función de periodistas y empresarios de medios.
Los recortes de personal en medios públicos de prensa han impactado fuertemente al gremio, hoy bastante vapuleado. A muchos periodistas se les ha acusado de corrupción y no se descarta incluso que un número de ellos pudiera enfrentar juicios penales y hasta ir a parar con sus huesos a prisión.
Numerosos medios periodísticos concesionados o de capital privado han despedido a muchos periodistas en un intento de anticiparse a las reducciones presupuestales del gobierno y/o con el propósito de aligerar el peso de sus nóminas. Otros medios están sufriendo ya la astringencia de recursos y muchos periodistas empleados apenas sobreviven porque se les ha despedido, se les paga menos o se les adeudan salarios.
Hay analistas y comentaristas que saludaron los anuncios del presidente López Obrador de recortar el gasto público en medios porque creyeron que eso repercutiría en una prensa más libre, independiente, crítica, o que ayudaría a que sobrevivieran sólo los medios “valiosos”, pero sobre todo los honestos.
Hay una estigmatización de la prensa en general, y un férreo esfuerzo de sobrevivencia de muchos medios periodísticos, unos críticos, otros no.
En resumen, no son buenos tiempos para la prensa y mucho menos para quienes no se portan bien. Cosa de entender los nuevos signos, caray!
  
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@RobertoCienfue1