Es probable que el hecho que a continuación refiero esté asociado con aquella cándida frase de “volarse la barda”, una expresión muy ligada al béisbol, el llamado rey de los deportes y por el que nuestro presidente experimenta una gran afición. ¿A qué aludo? Al intento –ojalá y allí quede- de la Secretaría de Economía de cancelar los arrendamientos de numerosos equipos de cómputo que utilizan los empleados de esa dependencia federal con el argumento de la austeridad. Eso sí que sería volarse la barda.
 
Pero de hecho esta vez sí el presidente se “voló la barda” al tratar de justificar medida semejante en aras de una política que muchos ya califican no de austeridad, sino de austericidio. ¡Imagínese usted! Según la iniciativa “austericida” o propia de la pobreza sanfranciscana en la que andamos inmersos, tres de cada cuatro empleados perderían sus máquinas computadoras o, en el menos peor de los casos, tendrían que pagar entre 2.500 y 4,000 pesos a cambio de sus equipos de oficina. Increíble la idea de alguien o de algunos “genios de la austeridad”, que están resultando más papistas que el propio papa en eso de salvar dinero con el propósito seguramente de destinarlo a fines menos fifirescos o neoliberaloides. Porque después de todo han de saber que “no somos iguales” y todo ya cambió en el México de la 4T. Es cierto, ya cambió, la duda es si resulta mejor.
 
Preguntado sobre esta iniciativa, el presidente recurrió una vez más a una de sus clásicas parábolas. “imagínense lo que hacían los que lucharon en otros tiempos por la libertad, por la justicia, por la soberanía. ¿Estaban esperando que tuvieran sus computadoras para luchar para transformar? Yo creo que son instrumentos que son importantes, pero no es eso”, pronunció en su mañanera.
 
Uno de las enseñanzas de esta afirmación sería entonces que el presidente mira en cada uno de los empleados federales una especie de cruzado en pie de guerra a favor de la libertad, la justicia y la soberanía. Aún y cuando como él mismo dijo: “en otros tiempos”.
 
El desfase vino enseguida al preguntar a reporteros en Palacio si pueden creer que aquellos “cruzados” por la libertad y la justicia habrían esperado a que tuvieran sus computadoras para “luchar, para transformar”. Se colige entonces que todo aquel que hoy forme parte del gobierno de la 4T, la madre de las batallas por la transformación de México, debería asumirse más como un adalid de la justicia, la soberanía y la libertad antes que como un empleado o colaborador federal.
 
Sin embargo y conforme establecen los contratos que muchos empleados públicos de cualquier nivel firman para incorporarse al gobierno federal, corresponde a las entidades contratantes brindar todos los medios y/o recursos e instalaciones para garantizar el desempeño eficiente y profesional de los trabajadores a su servicio. Esto sin menoscabo de los compromisos laborales contractuales que muchas dependencias del Estado están también obligadas a satisfacer y cumplir.
 
Por ello resulta casi hilarante al menos la postura presidencial en torno a esta idea de ni siquiera garantizar los medios básicos de trabajo para los empleados. Pues ¿qué nos pasa? Podríamos soltar la pregunta del gran comediante recién desaparecido Héctor Suárez.
 
Aun cavilando sobre esta iniciativa sanfranciscana de la 4T, quien esto escribe recién atendió un trámite en el denominado Centro Regional de Atención al Contribuyente en la ciudad de Pachuca, la capital del estado de Hidalgo, donde constaté la calidad de los empleados, el excelente  equipamiento, la funcionalidad y aún comodidad de estas oficinas, a las que se suma como consecuencia, así sea indirecta si se quiere, el buen ánimo reinante para atender con profesionalismo y eficiencia al ciudadano común y corriente gobernado en el caso de Hidalgo -hay que decirlo- por un político apasionado como Omar Fayad Meneses.
 
En contraste, llama la atención que el gobierno de México, el gobierno de todo un país, esté socavando su propia operatividad y no digamos ya, la calidad y aún las condiciones materiales en las que se desempeñan sus empleados y/o colaboradores. Es un gobierno acabando con el gobierno. ¡Inaudito!
 
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@RobertoCienfue1