Malo, más bien pésimo para decirlo con propiedad, que el presidente Andrés Manuel López Obrador esté enfermo de la Covid-19. Así andarán las cosas en México en estos días que

 el virus entró ya y se aposentó en Palacio Nacional. ¿Hasta cuándo? Sólo Dios lo sabe.
De haber hecho lo correcto, el epidemiólogo estrella de la 4T, si, Hugo López-Gatell Ramírez, el presidente no habría contraído la enfermedad y los mexicanos tampoco estaríamos sufriendo, muchos por la enfermedad y los contagios, otros por las miles de muertes -150 mil y sumando cada minuto- y muchos más padeciendo el temor y las terribles crisis múltiples que convergen en este momento y que seguramente se extenderán en el tiempo. Es un hecho evidente, además, que esta pandemia amenaza con provocar el naufragio total de la 4T, así en un mal lapsus se haya considerado que había caído como anillo al dedo. Inexplicable.
La enfermedad por coronavirus del presidente, un hecho absolutamente lamentable y aún peligroso para él en lo personal e inexorablemente para todo el país, deja ver con meridiana claridad el tamaño de la crisis, causada por una serie de pifias, engaños y sobre todo la ausencia de una política integral que desde el inicio de la pandemia debió trazarse, instrumentarse, supervisarse y aún ajustarse ante la dimensión del reto sanitario. No se hizo esto.
Por el contrario, se actuó conforme aquella frase del llamado filósofo popular venezolano: “conforme vaya viniendo vamos viendo”. Y ya estamos viendo.
Hoy, incluso el inquilino de Palacio Nacional, está pagando la factura de un desastre, advertido a tiempo, pero desdeñado en el tiempo. Si la pandemia ya pegó al presidente y a otros funcionarios de su círculo más cercano -Jesús Ramírez Cuevas, por ejemplo-, imagine lo que está ocurriendo entre los simples mortales de este país como consecuencia -insisto- de una pésima estrategia para contrarrestar el infierno de la pandemia y sus múltiples impactos, entre ellos económicos, sociales, hospitalarios, y otros que aún se incuban como los políticos.
Así que no debería extrañar y mucho menos indignar o molestar que el Ranking de resiliencia Covid de 53 naciones hecho por Bloomberg, coloque a México como el peor país para estar durante la pandemia. La verdad no peca pero incomoda. Mas no debería incomodar esta vez. El primer paso para enmendar o corregir es aceptar la verdad, y nunca es tarde para eso.
“México permanece en el lugar 53, el último de las economías clasificadas, mientras las muertes alcanzan récords máximos con más de 150 mil defunciones y 1.77 millones de casos confirmados. De hecho, en el índice de resiliencia y siempre según Bloomberg, México logró un puntaje de 30.8 sobre 100, siete puntos por debajo de Sudáfrica, el país más cercano.
Bloomberg también señala que México registra un índice de letalidad de 7.5 por ciento, el mayor de los 53 países estudiados.
El informe comparó a López Obrador con Donald Trump y el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quienes también tuvieron COVID-19, por “minimizar la amenaza del coronavirus”.
Trump ya perdió la presidencia estadunidense, Bolsonaro enfrenta protestas populares y gana fuerza la protesta popular, ahora con el apoyo de una parte de la Iglesia Católica, para someterlo a un juicio político y su eventual destitución. Amlo está resguardado en Palacio, pero se encuentra enfermo. Son los costos, indudablemente de una pésima o inexistente estrategia para aminorar una pandemia que nos fue anunciada, y ante la cual se desploman incontables argumentos y figuras que alguna vez y por un tiempo rozaron el mismo cielo.
 
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@RoCienfuegos1