En el último día de la jornada de oración, iniciada el 10 de julio pasado, voces prominentes de la Iglesia Católica en México

se escucharon con una dura crítica a los políticos de nuestros días. No fueron para nada complacientes y de manera directa aludieron al estamento político del país, y en particular a algunas de las figuras clave de la cuarta transformación, en coincidencia con una jornada comicial de Morena para elegir representantes en los 300 distritos electorales del país con miras a las elecciones del 2024, la cual resultó todo, menos pulcra.

Ya en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, en Morelos y/o en La Paz, entre otros templos de distintas ciudades, la alta jerarquía católica se pronunció, sin medias tintas ni ambages, sobre la situación nacional y la actuación de los primeros responsables de la política mexicana, entre ellos por supuesto el presidente Andrés Manuel López Obrador, la jefa del gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, una firme aspirante a tomar el poder presidencial en 2024.

El rector de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, Ricardo Valenzuela Pérez, pidió orar por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador; la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, y los alcaldes de la Ciudad de México para que rechacen el mal uso del poder.

"Les pedimos orar por el Licenciado Andrés Manuel López Obrador, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo y los alcaldes de la ciudad, principales responsables del orden y la tranquilidad de todos los ciudadanos para que rechacen el mal uso del poder, la corrupción, la falta de respeto a las leyes y la indiferencia", dijo.

En ese recinto religioso también pidió orar para disipar la violencia en el país y por los que sufren. “Señor Jesús, tú eres nuestra paz, mira nuestra patria dañada por la violencia, dispersa todo el miedo y la inseguridad, consuela el dolor de los que sufren, da acierto a las decisiones de quienes nos gobiernan. Toca el corazón de los que olvidan que somos hermanos y provocan el sufrimiento y muerte, dales el don de la conversión", apuntó en un discurso severo, crítico y de rechazo a los peores problemas que agobian a México.

Llamó a orar por quienes ejercen el poder legislativo en el país, diputados y senadores, para que junto con el poder ejecutivo trabajen por una sana política y que actúen desde la paridad social con visión capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas que permitan superar presiones e inercias viciosas y ayuden a pensar el bien común.

De igual forma, clamó por la protección de las familias, los niños, adolescentes y jóvenes, “a nuestros pueblos y comunidades que como discípulos misioneros, ciudadanos responsables sepamos ser promotores la justicia y la paz, para que en ti, nuestro pueblo tenga vida digna".

En La Paz, el obispo Miguel Ángel Alba Díaz ratificó la exigencia de paz para todo el pueblo mexicano, y aunque matizó el discurso al pedir oraciones por los criminales para “mover sus corazones”, hizo ver que las mismas oraciones se requieren a favor de las autoridades “ignorantes, ineptas e ineficaces” para garantizar seguridad y justicia.

Alba Díaz fue severo y directo, seco. Recordó a los religiosos y religiosas que han sido asesinados en el país y señaló que desearía que quienes integran bandas criminales, muchos de ellos, “muchachitos”, regresaran como “la oveja negra perdida que se deja encontrar por el pastor” y acusó que las autoridades de todos los niveles en el país les han fallado al no procurar justicia social y orillar a muchas juventudes a integrarse a las filas del crimen organizado.

Acusó a las autoridades de no saber “velar por la seguridad” ni garantizar un sistema distributivo más justo. Pero una de las partes más agudas de su homilía sobrevino cuando aseguró que las autoridades no han logrado avances en salud ni educación.

Bajo el recurso de la oración, dijo que muchas autoridades resultan a veces ignorantes e ineptas, que no saben hacer las cosas, que cometen muchos errores, no porque sean malos, sino porque son ignorantes, ineficientes, ineficaces.

Un punto crítico de su sermón fue cuando señaló que las autoridades o políticos son buenos para hablar, tienen muy buen discurso, pueden tenernos todos los días con la boca abierta y riéndonos, pero resultan ineptos para gobernar, pero -aseguró, “Ni en salud, ni en seguridad, ni en educación ni en economía, ni en acabar con la corrupción ni desigualdad ni nada. Ineptos. Supieron cómo ganarse a un pueblo, pero no supieron cómo gobernarlo”, destacó.

“Los vemos riéndose en los cierres de campaña de todos los candidatos de su partido en todos los estados, en Colima, Nayarit, Michoacán, Guerrero, pero hacia adentro no hay medicinas, hay recortes, que la austeridad republicana, pero para ellos sí hay recursos y para toda corte de lambiscones que los acompañan”.

Alba Díaz insistió en considerar que hay autoridades “corruptas”, incluso aliadas con bandas criminales, a quienes podrían deberle su cargo.
 

“En cuántos estados se habla de narcoelecciones y narcogobiernos, en cuántas partes de nuestro pueblo… recemos por nuestras autoridades como Jesús lo pidió y el apóstol Juan Pablo lo exige. Recen por las autoridades para que nuestra vida transcurra en paz y seguridad, para que vuelvan sus ojos hacia la gente, que sean conscientes de que fueron puestos no para servirse, sino para servir, que Dios les dé la sabiduría que no tienen, que Dios les dé el amor que falta en sus corazones, que purifique de esa corrupción que los invade”, expresó.

Convocó a rezar por todas estas injusticias y desigualdades, porque los gobernantes sepan crear un sistema distributivo más justo, que no se conformen con reunir a los grandes empresarios y darle una cenita de tamales, vendiéndoles billetes de lotería de 20 millones de pesos”, puntualizó.

¿Alguien los escuchará? ¿O seguirá posponiéndose la tarea de pegar las orejas al piso?

Roberto Cienfuegos J.

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@RoCienfuegos1