CDMX, 30 de abril 2021, - Desde tiempos inmemorables los humanos han temido a sus depredadores.

 Y han acabado con sus poblaciones y en consecuencia se han afectado los ecosistemas. Un ejemplo es el lobo mexicano que históricamente se ubicaba en el sur de Estados Unidos, en la Sierra Madre Occidental y la Sierra Madre Oriental, además del centro y sur de México.

A principios del siglo XX en Estados Unidos surgió una campaña para su exterminio, debido al miedo que tenían y la idea de que mataban al ganado. Más tarde, esta forma de pensar llegó a México y cazaron a muchísimos lobos, señaló en entrevista Enrique Martínez Meyer, investigador del Instituto de Biología de la UNAM.

En esa época, el gobierno creó una campaña para acabar con todos los depredadores: pumas, osos, coyotes y lobos, que fueron los más afectados. En 1980 quedaban muy pocos en vida silvestre y en Estados Unidos ya los exterminado.

En consecuencia, en 1987 el lobo mexicano se extinguió de la vida silvestre y los biólogos rescataron unos cuantos ejemplares para el cautiverio y así iniciar un proyecto de recuperación.

"Irónico porque las autoridades por un lado tenían la presión de exterminarlos y por el otro buscaban un programa de recuperación".

En este proyecto de recuperación participan varias instituciones de Estados Unidos y México, donde está incluida la UNAM. Han investigado cómo llevar a cabo las cruzas de estos especímenes para evitar los problemas de consanguinidad y no perder la variación genética.

La idea es liberarlos en las zonas donde vivían y así recuperar sus poblaciones en estado silvestre, explicado el académico universitario.

La problemática actual

En Estados Unidos la recuperación se orientó al centro de Arizona y Nuevo México, un área muy extensa y adecuada para introducir los lobos al estado natural. El programa ha sido exitoso, ya que actualmente habitan alrededor de 160 lobos en vida silvestre.

No obstante, la distribución histórica de este espécimen ha sido del 90 por ciento en territorio mexicano. Por ello, en México empezaron en 2011 con 14 liberaciones de parejas o familias de grupos pequeños en Chihuahua.

Se estima que actualmente existen aproximadamente 35 individuos. Por tal motivo, la categoría de extinto en vida silvestre cambió a peligro de extinción.

En México, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas ha llevado el programa de acuerdo a su sección de especies prioritarias; también participa la UNAM, a través del Instituto de Biología y Ecología, la Universidad de Querétaro, la Universidad Autónoma del Estado de México, así como las Universidades de Chihuahua y Sonora con especialistas, tanto en la parte genética como en vida silvestre.

Sin embargo, existe una serie de problemas para llevar a cabo un cabo exitosamente esta recuperación. Uno de ellos es identificar en dónde se reúnen las condiciones favorables para liberar a los lobos, que pueden establecer y reproducirse para formar una nueva población.

Existen algunas reglas para liberarlos en ciertas zonas y esto ha generado una polémica. Por ejemplo, hay un grupo que considera que México no tiene condiciones necesarias para liberar estos ejemplares y prefieren sólo el país norteamericano. En contraparte, se tiene otra corriente que apoya la idea de la recuperación del lobo en México.

¿Cuál es la mejor zona para este depredador? Los lobos requieren de mucha extensión de área para mantener a sus grupos, que suelen vivir en sociedad.

Se trata de grupos con un macho y una hembra alfa, algunas de las crías de la primera camada se van y otras se quedan. Cuando surge la segunda camada se van formando más grupos familiares y en la siguiente camada empieza otra población de lobos y así sucesivamente.

Son depredadores que requieren de animales como venados, conejos, liebres, guajolotes silvestres y en menor medida jabalíes, en fin, animales de tamaño mediano y grande. Sin embargo, en este punto entran en conflicto los ganaderos que temen por sus reses y no aceptan a los lobos.

La idea de que matan al ganado es infundada, incluso las vacas mueren más por otras causas, como son enfermedades o por descuido de los dueños, precisó.

Enrique Martínez Meyer, junto con su equipo de trabajo identificaron dos zonas favorables: la primera en Nuevo México y Arizona, llamada la región del Mogollón y la segunda en la Sierra Madre Occidental, desde Chihuahua y Sonora, hacia el sur en Durango y hasta el norte de Jalisco y Zacatecas.

¿Se puede recuperar?

La recuperación del lobo depende en un 80 por ciento de las personas y el restante de estos depredadores. "Se trata de animales bastante adaptables en muchos sentidos y si los dejamos solitos se recuperarían rápidamente".

Los lobos tienen mala reputación y en el conocimiento popular la gente piensa que son dañinos. "El problema no radica en si hay suficiente bosque, sino que las personas están dispuestas a tolerar a los lobos".

Los beneficios de regresar a los lobos mexicanos al estado silvestre es que permitan el control de poblaciones de otras especies y esto tendrá un funcionamiento adecuado de los ecosistemas.

Si falta una de estas piezas se dispararán ciertas poblaciones. Por eso es importante la presencia de los depredadores, no sólo de los lobos, también de los coyotes, los pumas y los osos, porque ellos mantienen las otras poblaciones en números adecuados para mantener el buen funcionamiento de los ecosistemas, concluyó.