México, 27 de noviembre de 2022: Espías, cohetes y miedo a la guerra nuclear. Una exposición de alta tecnología y artículos

del mundo real -incluyendo trajes espaciales de los años 60 y un misil de tierra-aire- ofrece un panorama de la Guerra Fría.

Durante más de 40 años, Berlín estuvo en primera línea de la Guerra Fría. Fue en esta ciudad donde los disidentes de la RDA planearon su huida a Occidente, donde los espías estadounidenses y soviéticos tramaron e intrigaron y donde las autoridades de ambos lados de la Cortina de Hierro llevaron a cabo sus maniobras políticas.

Ahora, la capital alemana tendrá un museo que pretende revivir la historia de la Guerra Fría. Estará situado en la calle Unter den Linden 14, a solo unos cientos de metros de donde se erigía el Muro de Berlín. Es el primero de este tipo en todo el mundo y su principal objetivo será ofrecer una visión general al visitante común, de manera interactiva y entretenida, sin necesidad de lecturas previas.

Tras atravesar el simbólico telón de acero que cubre la pared frontal del museo -perforado y con las imágenes de los políticos de la Guerra Fría, desde Harry S. Truman, Winston Churchill y Joseph Stalin hasta Helmut Kohl, Mijail Gorbachov y Ronald Reagan-, los asistentes podrán recorrer una exposición que aborda la historia a grandes rasgos.

En las secciones dedicadas al espionaje, la carrera espacial, la guerra de Vietnam y el desarme nuclear, entre otras, los asistentes podrán abrirse paso a la historia, a través de videos históricos y reconstrucciones dramáticas de momentos clave de la Guerra Fría.

Con unos auriculares de realidad virtual, los visitantes se transportarán décadas atrás a un Berlín dividido. Incluso, quienes visiten el museo, podrán sincronizar sus teléfonos inteligentes con la mayoría de las exposiciones, para escuchar informes originales de testigos de la época.

-Un museo para las nuevas generaciones

El Museo de la Guerra Fría fue creado por su director general, Carsten Kollmeier, y por su director financiero, Harald Braun, quienes formaron parte del equipo que está detrás del popular Museo del Espionaje Alemán de Berlín. Está diseñado para atraer a los más jóvenes, especialmente a aquellos que no tienen recuerdos o que tienen pocas asociaciones con la Guerra Fría.

"Mi esperanza es que podamos llegar a algo más que al típico visitante de edad avanzada del museo y tener realmente un atractivo intergeneracional", dice Kollmeier.

A pesar de toda esta tecnología llamativa, todavía hay muchas cosas que atraen a los fanáticos de la historia y a los amantes de los museos de la vieja escuela. Bernd Stöver, profesor de historia internacional en la Universidad de Potsdam y autor de varios libros sobre la Guerra Fría, dirigió el comité asesor que acompañó en el diseño del museo, asegurándose de que todo en la exposición se basará en las últimas investigaciones históricas.

Entre los artículos expuestos se encuentra un cohete S75 de la época soviética -el ominoso misil cuelga sobre la entrada- y que se utilizó para derribar al piloto estadounidense y espía de la CIA Garry Powers, en 1960. El suceso desencadenó un incidente internacional por aquellos años.

Hay también una de las máquinas de télex que proporcionaron un enlace directo entre Moscú y Washington durante la crisis de los misiles en Cuba, además de trajes espaciales de la época de la Guerra Fría, tanto de los astronautas de la NASA como de los cosmonautas soviéticos.

-Ecos de la actual guerra en Ucrania

La guerra de Rusia contra Ucrania, que muchos han visto como un acto que revive la Guerra Fría., no aparece en la exposición actual. El museo se diseñó mucho antes de la invasión del 24 de febrero, aunque los acontecimientos actuales en Kiev, Járkov y Mariúpol dan una nueva urgencia a la historia que se exhibe en la muestra.

Sergei Tchoban, el arquitecto ruso que diseñó el Museo de la Guerra Fría, señala que el telón de acero de la entrada del museo fue creado por un artista gráfico ucraniano.

Y varios elementos de diseño -desde los suelos de color rojo sangre del museo hasta una maqueta de tamaño natural de una bomba nuclear que cuelga junto a la guardarropía- evocan los claros y presentes peligros. Como señala Tchoban: "es una historia que nunca debería repetirse".