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Empañada por la presentación de la compañía Cirko De Mente con su show “La familia Rosso”, que demoró una hora el inicio de la función por la que asistió el público al patio del Castillo de Chapultepec, la víspera se presentó “Dos vírgenes y un niño Jesús… Ochoa”.

Los asistentes, molestos, se preguntaban por qué ese raro preámbulo al espectáculo esperado. Lleno de fallas al hacer malabares, acrobacias y tiro al blanco, el número arrancó pocas sonrisas.

“Nada qué ver con la temporada navideña, con el escenario en que se montó, con las cantantes Regina Orozco y Eugenia León, con el actor ahora cantante Jesús Ochoa, ni con el espíritu del Primer Festival Luces de Invierno, fue la constante entre los comentarios de jóvenes, adultos y ancianos presentes ahí.

Por fin, pasadas las 21:30 horas, apareció Jesús Ochoa en el amplísimo escenario.

Para entonces, muchas personas habían abandonado el lugar. Una mujer en silla de ruedas suplicó a su hija que la regresara a su casa “porque esto no vale la pena, ni la desvelada ni el friázo que está haciendo”. La mujer guió la silla de su madre, tomó a sus tres pequeños hijos y enfiló hacia el elevador de ahí.

Quienes aguantaron, vieron a un Jesús Ochoa chistosito. En ese tono lanzó un discurso navideño, declamó un villancico y cantó otro más. Vieron también a las dos cantantes enfundadas en sendos vestidos de corte, diseño, colores y telas barrocas, quienes interpretaron un repertorio tradicional mexicano.

León, Orozco y Ochoa llevaron al respetable por el muy ancho sendero de una historia que puso en relieve recuerdos infantiles y añoranzas de épocas felices. Los cánticos navideños se entremezclaron con las gracejadas y los no pocos comentarios picarescos que, a pesar de todo, gustaron a quienes se quedaron.

Dirigido por Ana Francis Mor, es un espectáculo musical lleno de celebración, amor y reflexión a partir de la fe, el deseo y la esperanza, de acuerdo con la misma Mor. Está integrado por juegos que relata una gala navideña realizada por las dos divas, quienes contratan a Ochoa como presentador de la misma.

De acuerdo con lo previsto por la directora, el público descubrió que Ochoa es en realidad un personaje peculiar que tiene ganas de cantar, y piensa lograrlo bajo cualquier circunstancia, así tenga que amarrar a una de las cantantes en el baño, esconderla, intrigar o hasta hacerse pasar por una de ellas.

El excelente acompañamiento musical quitó el mal sabor de boca a quienes decidieron permanecer en el patio luego de ver a Cirko De Mente. Con esas ejecuciones en vivo, las voces de las dos cantantes sonaron celestiales con “Campanas de Belén”, “Cascabel” y otros temas propios de esta época.

Para Regina Orozco, es un “show grinch” totalmente amoroso en donde vio cristalizado uno de sus sueños: Cantar con Eugenia León, “por lo que para mí es un espectáculo preciosísimo que me hace sentir chilpocluda, porque estoy acompañada en el escenario por dos grandes artistas”, señaló en su momento.

Jesús Ochoa comentó que se trata de un espectáculo totalmente diferente “en donde yo, que soy un pretendiente de primer actor, participo junto a dos cantantes. Es un “show” muy importante para mí y estoy aquí pese a todo, ya que me quebré una costilla, pero estoy porque es un espectáculo maravilloso”.

De acuerdo con Eugenia León, “Dos vírgenes y un niño Jesús… Ochoa” es un espectáculo maravilloso que habla de la Navidad, de la tradición, una especie de rito, una fecha muy importante para millones de seres humanos alrededor del planeta. Su potente y bien timbrada voz resonó en el histórico alcázar.

Hubo temas clásicos, como “Campana sobre campana”, “Noche de paz”, “Arre borriquito”, “Jingle Bells” y “Blanca Navidad”, y de autores extranjeros y mexicanos, como “Hallelujah”, de Leonard Cohen, y “Amarga Navidad” de José Alfredo Jiménez. Ochoa cumplió su ilusión: cantar. Como colofón, una posada mexicana.