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El Palacio de Bellas Artes es el corazón de la gran urbe que es la Ciudad de México, tal como lo asentaron en sus proyectos urbanísticos quienes promovieron su construcción, aseguró la especialista y escritora Alejandrina Escudero, al conferenciar con motivo de los 80 años de la apertura de ese albo edificio.

La historiadora dictó la ponencia “El Palacio de Bellas Artes y la ciudad”, a través de la cual transitó por dos momentos históricos que marcaron la construcción de ese recinto. En realidad, fue un paseo por el tiempo y el espacio, que la maestra en Historia del Arte obsequió a quienes tuvieron la suerte de escucharla anoche.

La conferencia tuvo lugar en la Sala Adamo Boari, espacio que debe su nombre a uno de los artífices iniciales de su diseño y construcción, dentro del Palacio de Bellas Artes. La investigadora subrayó que este recinto está ligado al porfiriato, cuando se proyectó como Teatro Nacional, y a la era posrevolucionaria, inicio de la modernidad.

Explicó que la historia del inmueble es la de dos gobiernos: El que inició su construcción, y el que la terminó. Se refirió también a cómo en la actualidad el edificio es un hito en medio de otros proyectos urbanísticos de la ciudad. “El Palacio siempre será un referente de la capital”, enfatizó la autora del libro “La construcción del Palacio de Bellas Artes”.

Respecto al primer gobierno, recordó que la ciudad se preparaba para celebrar 100 años de la consumación de la Independencia con una serie de obras públicas como el desagüe y la dotación de agua, y la construcción de edificios como la Penitenciaria, el Palacio Postal, la Columna de la Independencia, el Hospicio de Niños y el Museo de Geología.

“La construcción del Teatro Nacional pertenecía a un programa arquitectónico de Adamo Boari, en el que pretendía realizar cambios urbanísticos, como la apertura de la calle 5 de Mayo, que desde Catedral desembocaría en el nuevo teatro, todo a fin de convertir esa zona en el nuevo centro de la ciudad, restando importancia a la cuestión religiosa”.

“El edificio de Correos, el Palacio de Comunicaciones y el edificio Guardiola darían realce al Teatro Nacional”, abundó.

Alejandrina Escudero: “Iniciada su construcción en 1904, llegó la Revolución en 1910 y la obra se vio interrumpida por el movimiento armado.

“Fue hasta 1921, durante el periodo presidencial de Álvaro Obregón, que para conmemorar el centenario de la consumación de la Independencia, se planeó otra celebración con el deseo de revitalizar el teatro”.

Mencionó que en este intento de reconstrucción, se creyó que los cuatro pegasos hechos por el catalán Agustín Querol (1860-1909), y que estaban montados en el palacio, lo podían hundir, por lo que fueron trasladados a la Plaza de la Constitución para colocarlos en pedestales hechos para ese fin. Ahí estuvieron hasta 1928, cuando fueron regresados al Palacio.