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Los hundimientos habituales, goteras y el deterioro cada vez más importante del mármol, son algunos de los problemas que siguen requiriendo atención en el Palacio de Bellas Artes, reconoció José López Quintero, arquitecto del recinto.

De cara a sus 80 años, que se cumplen el 29 de este mes, y tras una radical remodelación que en el 2010 transformó el interior del recinto, los drásticos cambios en el medio ambiente siguen siendo factor de deterioro en su exterior, aseguró López.

En entrevista, el responsable de la conservación del Palacio, explicó que son tres factores a los que se debe poner especial atención.

El primero de éstos es el hundimiento, aunque éste ya está controlado, “pues ahora se hunde a la par que la ciudad, estamos iguales, ya no verán más escalones añadidos a la escalinata del Palacio de Bellas Artes”.

El segundo problema, mencionó, es la piel del edificio de mármol, “esta piedra tiene un cáncer por la contaminación, la lluvia ácida, la vibración, los cambios climáticos y es algo que se tiene que atender, pero un edificio como éste requiere de muchos recursos para restaurar el material, entonces se está trabajando por pedacitos”.

Mientras que el tercero tiene que ver con las cubiertas, que el arquitecto Mariscal, quien concluyó la edificación en 1934, diseñó con tres diferentes e incompatibles materiales; metal, vidrio y concreto, que al estar juntos dejan fisuras por las que penetra el agua.

Aclaró que “no es un problema de incapacidades profesionales o técnicas, simplemente que esos materiales con los calores que hay allá arriba se distienden y se contraen con los cambios diarios del clima (…) y en esos movimientos se abren microfisuras que permiten goteras”, una falla que, aseguró, hasta el momento no hay manera de resolver.

Para contrarrestar estas afectaciones del Palacio de Bellas Artes, López Quintero consideró necesario convocar a la iniciativa privada y a gente interesada en los recintos patrimoniales para que apoyen su conservación.

“Si se pierde algo de este edificio es irrecuperable, para qué esperarnos a que pase algo o se nos caiga algo, si podemos atacarlo con planeación.

“Sí, faltan recursos, porque es un edificio muy grande (…) pero en algún punto tiene que caber el inicio de las acciones radicales para mantener este edificio que ahora es de todos nosotros y que es el icono cultural de este país”, puntualizó.

López Quintero recordó que a lo largo de ocho décadas, el Palacio de Bellas Artes ha sido testigo y protagonista de la historia de México, logrando convertirse en el máximo recinto cultural del país.

Explicó que desde su construcción, el inmueble ha estado arraigado a la historia del país, pues fue diseñado por el arquitecto Adamo Boari (1863-1928), asignado por el entonces presidente de México, Porfirio Díaz (1830-1915), quien, al darse cuenta de que era poco viable remodelar el Teatro Nacional, decidió crear un nuevo recinto.