México, 27 de agosto de 2025 ::: El síndrome cardiovascular-reno-metabólico (SCRM) es una condición caracterizada
por la interrelación entre diversas enfermedades que afectan la salud del corazón, riñones y metabolismo. Representa un importante desafío para la salud de los mexicanos, ya que la prevalencia de los padecimientos cardiovasculares y renales casi se ha duplicado en las últimas tres décadas a nivel mundial, pasando de 271 millones en 1990 a 523 millones en 2019, y continúa en aumento.
El Dr. Jorge Yamamoto Cuevas, especialista en endocrinología, advirtió que un manejo inadecuado del síndrome cardiovascular-reno-metabólico puede derivaren complicaciones graves que generan una importante carga física, económica y social para los pacientes y las instituciones de salud que los atienden. Por ello, “es esencial impulsar su diagnóstico oportuno y su control adecuado mediante un tratamiento integral que evite su avance, prevenga las complicaciones y ofrezca una mejor calidad de vida a quienes lo padecen”.
Señaló que en México el 37% de los adultos vive con obesidad, lo que incrementa el riesgo de diabetes tipo 2 (DT2), hipertensión arterial (HTA), dislipidemias y enfermedades cardiacas. Si a esto se suma que 13.6 millones de personas tienen diabetes (más del 40% sin diagnosticar), más de 30 millones presentan HTA y 13 millones padecen enfermedad renal, el panorama se torna desalentador. Por eso, no sorprende que justo esas condiciones de salud estén entre las diez principales causas de muerte en población general.
Expuso que antes las enfermedades del corazón, riñones y metabolismo eran tratadas por separado, pero cuando se descubrió la sinérgica relación que existe entre ellas, donde cada una contribuye a la aparición y progresión de las demás, la Asociación Americana del Corazón (AHA) las agrupó bajo el nombre de síndrome cardiovascular-reno-metabólico.“Desafortunadamente, se trata de una triada silenciosa que cada año amenaza la vida de millones de mexicanos”, subrayó por su parte el Dr. Rafael Guevara Corona, director Médico para Latinoamérica de Bausch Health Companies.
Explicó que esto se debe principalmente a tres razones: 1) el síndrome no presenta síntomas iniciales claros, por lo que muchas personas viven con HTA, DT2 o enfermedad renal sin saberlo; 2) su desarrollo está estrechamente ligado a estilos de vida poco saludables y al descuido del autocuidado, lo que ha impulsado la obesidad y los factores de riesgo cardio metabólicos desde edades tempranas; y 3) genera altos costos, pues además de afectar al corazón compromete otros órganos como hígado, riñones y cerebro, provocando complicaciones que deterioran la calidad de vida y generan gastos catastróficos en salud. Tan sólo entre 2019 y 2024 el costo de enfermedades crónicas cubiertas por aseguradoras creció 106%, mientras que el IMSS destina al año más de 95 mil millones de pesos en su atención.
Diagnóstico oportuno y tratamiento integral, la clave
El Dr. Yamamoto Cuevas expuso que, como el síndrome cardiovascular-reno-metabólico es silencioso, la mayoría de las personas pueden tardar más de 5 años en ser diagnosticadas, y esto ocurre con frecuencia cuando se hacen análisis de rutina por cirugía, embarazo o check-ups empresariales; o bien, ya presentan complicaciones graves como dificultad para respirar, pérdida de la visión, infarto agudo al miocardio o falla renal, que los obliga a ir al médico.
En su opinión, el manejo del síndrome cardiovascular-reno-metabólico debe ser responsabilidad compartida entre médicos y pacientes. Diversos consensos internacionales, como el emitido por la AHA, recomiendan realizar pruebas que pueden incluir química sanguínea, análisis general de orina, de la función renal, medición de azúcar en sangre y electrocardiogramas,entre otros, a partir de los 30 años para mejorar los enfoques de prevención y tratamiento en jóvenes y adultos, cuya frecuencia estará vinculada al estadio o nivel de riesgo en que se encuentren. De modo que, entre más factores de riesgo haya, más rápido puede evolucionar el SCRM.
En ese sentido, agregó que los médicos de primer contacto tienen un rol fundamental. “La genética y antecedentes familiares, DT2, HTA, obesidad, resistencia a la insulina, colesterol alto, tabaquismo, alcoholismo y sedentarismo, son factores que pueden desencadenarlo,de ahí que al identificar uno o varios de ellos en un paciente deben realizar estudios y coordinar esfuerzos para un correcto seguimiento con internistas, cardiólogos, nefrólogos y endocrinólogos, entre otros”, agregó el también presidente médico de la Federación Mexicana de Diabetes (FMD).
El Dr. Rafael Guevara señaló que, pese al abordaje integral y multidisciplinario del síndrome, la falta de adherencia terapéutica sigue siendo un desafío global: cerca del 50% de los pacientes con enfermedades crónicas no siguen su tratamiento, lo que incrementa hospitalizaciones, costos y fracasos terapéuticos. Entre las principales barreras mencionó el desconocimiento de la enfermedad, la baja percepción del riesgo y el limitado acceso a servicios médicos.
Con el objetivo de mejorar la salud de los mexicanos que viven con el síndrome cardiovascular-reno-metabólico y prevenir el desarrollo de sus complicaciones, Laboratorios Grossman, como parte del Grupo Bausch Health, presentó su línea cardio metabólica, poniendo a disposición de la comunidad médica un amplio portafolio de soluciones terapéuticas con eficacia y seguridad comprobadas.
Lic. Fernando Carlos Zárate Gabarrot, vicepresidente para Latinoamérica de Bausch Health Companies, destacó que estas opciones terapéuticas facilitan el apego al tratamiento por su accesibilidad. “En Grossman creemos que la salud no debe ser un privilegio; por ello, apostamos por un enfoque integral que ofrezca terapias esenciales y avanzadas, capaces de personalizar el tratamiento y generar beneficios como la reducción de eventos cardiovasculares, el retraso del daño renal y una mejor respuesta metabólica, incluyendo la pérdida de peso”.
Finalmente, los expertos coincidieron en la urgencia de frenar el síndrome cardiovascular-reno-metabólico, recordando que corazón, riñones y metabolismo están estrechamente conectados: si uno falla, todos se ven comprometidos. Subrayaron que una detección temprana y un tratamiento integral pueden cambiar el pronóstico, que la educación médica y comunitaria es clave para reducir su impacto y que solo con la colaboración de autoridades, profesionales de la salud, industria, pacientes, medios y sociedad civil será posible avanzar en su control.