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Los esfuerzos para enfrentar los problemas materiales básicos agotan las capacidades mentales de las personas pobres, lo que les deja poca energía cognitiva para dedicarse a su educación, señaló un estudio publicado este jueves en Estados Unidos.

Esta movilización de capacidades cerebrales para superar situaciones estresantes, como el hecho de saber si se tendrá el dinero suficiente para alimentar a la familia o pagar el próximo alquiler, puede suponer una reducción de 13 puntos del coeficiente intelectual (CI) de una persona, es decir un descenso de 10 por ciento con respecto a la media de la población.

Una disminución de este tipo de las capacidades mentales equivale a la sufrida tras una noche sin dormir, precisaron los investigadores, cuyo estudio fue publicado en la revista estadunidense Science.

"Para muchos pobres, estos problemas se vuelven tan persistentes que es difícil concentrarse en otras cosas como la educación, la formación profesional, o incluso la organización de su tiempo", explicó Sendhil Mullainathan, economista de la Universidad de Harvard, uno de los principales autores de este estudio.

"Esto no significa que los pobres sean menos inteligentes que los demás, sino que la pobreza moviliza mucha energía mental", insistió. "Es como un ordenador que funciona lento porque está cargando un video muy largo".

"La pobreza se ve a menudo como resultado de un fracaso personal o consecuencia del hecho de haber sido criado en un entorno desfavorable, pero nuestro estudio muestra que la falta de recursos financieros puede por sí misma deteriorar las funciones cognitivas", dijo por su lado Jiayingt Zhao, profesor adjunto de psicología de la Universidad de la Columbia Británica, en Canadá.

Para este estudio, los investigadores realizaron experimentos con 400 personas tomadas al azar en un centro comercial de Nueva Jersey (este de EU) entre 2010 y 2011, con un ingreso medio anual de entre 20 mil y 70 mil dólares por año.

Aliviar preocupaciones

Los científicos sometieron a los participantes, repartidos en dos grupos, uno formado de ricos y otro de pobres, a diferentes situaciones, como tener que pagar una gran reparación de su vehículos (mil 500 dólares) o una factura mucho menos elevada (150 dólares), sometiéndolos a pruebas cognitivas y de control.

Enfrentados a problemas financieros fácilmente superables, los pobres obtuvieron resultados comparables a los ricos en estas pruebas. Pero si el problema económico pasaba a ser omnipresente, los menos favorecidos registraron resultados netamente inferiores a las pruebas, con una diferencia de hasta 13 puntos del CI.

Los autores del estudio repitieron este experimento en India con agricultores que producían caña de azúcar y que recibían el fruto de su labor una vez por año. Comprobaron que eran más ricos un mes después de la cosecha y muy pobres un mes antes de terminar sus ingresos del año precedente.