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El hablar rápido se ha asociado mayormente a un problema de herencia familiar, sin embargo desde un punto de vista genético, este problema es más de imitación como forma de origen. El hablar rápido está relacionado con alteraciones neurológicas, psicológicas y disfunción en los músculos que permiten la articulación del lenguaje.

“Observamos son alteraciones neurológicas que impiden que el lenguaje se establezca correctamente, además de otros factores como el psicológico, donde el paciente presenta altos niveles de ansiedad y nerviosismo que motivan a que su lenguaje sea demasiado rápido y poco entendible", dijo la fonoaudióloga del Hospital General Regional 180 en Jalisco, Elizabeth González Flores.

Existen distintas variantes del problema que representa hablar rápido "como la taquilalia o taquisemia, donde el ritmo del habla es precipitado, sin pausas y existe ausencia de sonidos o sílabas al final de las palabras, lo que da como resultado que el lenguaje no pueda ser descifrado".

Explicó que este trastorno es común en personas con alteraciones emocionales, cuyo nerviosismo no les permite conectar la palabra con el pensamiento y por lo regular la persona no está consciente de lo que dice".

Precisó que otra variante es el farfulleo, caracterizado por una excesiva rapidez al hablar, la persona presenta dificultades incluso en su respiración y tiende a repetir la misma frase de distinta manera, por lo tanto su lenguaje es confuso"; el paciente se muestra estresado, alteraciones en la respiración y tiende a repetir sílabas en cada palabra emitida.

Las primeras manifestaciones de estos trastornos pueden presentarse a partir de los dos años de edad, aunque los años con mayor auge de la problemática son entre los tres y siete años, en donde el niño comienza a leer y a escribir.

Mientras que en el caso de los adultos, el hablar rápido puede ser una secuela de infartos cerebrales, o alteraciones como el Mal del Parkinson.

En cuanto al tratamiento, dijo que el paciente debe ser abordado de manera integral durante por lo menos un año, "que incluye brindar al paciente ejercicios y técnicas de respiración, descartar que los órganos que intervienen en el lenguaje tengan alguna alteración como defectos en la dentadura, lengua lastimada o frenillo corto".