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El experto Carlos Miguel Navarro Ortega pidió a los padres de familia y cuidadores de niños a mantenerse atentos ante cualquier cambio de temperatura corporal en los infantes, para controlar una eventual crisis convulsiva febril.

El especialista en pediatría del Hospital General Regional 46 del IMSS Jalisco afirmó que si el niño presenta temperatura

mayor a 38 grados debe ser llevado al servicio de urgencias para ser estabilizado de inmediato y evitar la automedicación “o recurrir a medidas caseras para intentar bajarle la fiebre”.

“Siempre constituye una emergencia y son motivo para acudir a un área de emergencias, estamos siempre preparados para atenderlos como tal, se aplican todas las medidas necesarias y documentamos la causa de la fiebre”, apuntó.

Manifestó que el riesgo es mayor en infantes que previamente ya han presentado crisis convulsivas febriles, dado que a temperaturas incluso más bajas pueden hacerlos convulsionarse de nuevo.

Puntualizó que este tipo de crisis se presentan de forma distinta a las de tipo epiléptico y son exclusivamente derivadas de fiebres altas, no de afectaciones en sistema nervioso central.

Mencionó que las crisis convulsivas febriles repetitivas pueden desencadenar incluso la propia epilepsia en niños, de ahí la importancia de atenderlas de forma oportuna y adecuada.

“El riesgo mayor son las secuelas, sobre todo en las crisis complejas, como lo es la epilepsia, además el paciente si no es atendido oportunamente puede vomitar, bronco aspirar y sufrir algún traumatismo”, señaló.

Explicó que las crisis convulsivas febriles pueden ocasionar movimientos en sacudida y pérdida del conocimiento por espacio de segundos e incluso minutos, por lo que suelen generar fuerte impacto a quienes presencian el cuadro.

Agregó que el grupo de mayor riesgo para presentar crisis convulsivas febriles son los niños a partir de un mes de vida y hasta seis años de edad, quienes debido a la inmadurez de su sistema inmunológico son más proclives a cuadros febriles debido a infecciones respiratorias y gastrointestinales.

“Este tipo de alteración constituye la primera causa de convulsiones en el servicio de urgencias pediátricas”.

Añadió que en esta área médica se procede a la estabilización del paciente, a través de manejo con oxígeno para garantizarle un aporte mayor del mismo, además de suministrar medicamentos anticonvulsivantes.

Recomendó a las madres de familia tener un termómetro de mercurio en casa a fin de medir la temperatura corporal del niño, ya que un niño puede llegar a presentar hasta cuatro o seis episodios de fiebre al año.

“Es importante que estemos atentos a cualquier cambio de temperatura, a veces las mamás se confían en eso, con tan sólo tocarlos y ver si no están 'calientes' pero no hay medición más objetiva que la que podamos hacer con un termómetro”.

Destacó la importancia de mantenerse atentos ante cualquier cambio en el niño, ya que normalmente la fiebre se acompaña de otros síntomas como dolor de cuerpo y articular, decaimiento, datos de resfriado o diarreas, pérdida del apetito, entre otros.

Resaltó la necesidad de acudir periódicamente con el médico familiar o pediatra en caso de que el niño haya presentado de manera reincidente crisis convulsivas febriles.

CUADRO

 

 

EL BOTIQUÍN DE TU HIJO

 

• Gasas estériles, desinfectantes que no irriten ni molesten y apósitos de distintos formatos, para poder hacer frente a posibles cortes o raspaduras.

• Un "spray" calmante que enfríe la zona afectada, en caso de abrasiones o quemaduras, y gasas engrasadas, que aceleran la curación de las heridas y que no se pegan a la piel.

• Bolsas de hielo específicas que se aplican en caso de contusiones, ya preparadas para su rápido empleo.

• Un termómetro. Los de cristal están constituidos por una pequeña columna graduada que contiene mercurio. Permite la toma rectal (en el culito), axilar e inguinal. Los digitales electrónicos de cristales líquidos están provistos de una pequeña pantalla sobre la que aparece la temperatura del niño. Permite un empleo rectal, inguinal y axilar. La tira de plástico de cristales líquidos se apoya en la frente y, al cabo de escasos segundos, aparecen las cifras con la temperatura. El termómetro timpánico instantáneo se coloca en el conducto auditivo del niño y, en unos segundos, proporciona la temperatura del niño.

• Por lo que se refiere a los medicamentos, es útil tener siempre en el botiquín del niño antipiréticos, para rebajar la fiebre, analgésicos, en caso de fuertes y repentinos dolores, antieméticos, que son fármacos contra el vómito, antibióticos y sulfamidas, para curar y prevenir las infecciones bacterianas, y calmantes para la tos.