La encrucijada de Graue en la UNAM

Mientras Enrique Graue, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, se mantiene en la depresión que le ocasiona entender que no llegará, y

quizá nunca estuvo contemplado, al gabinete presidencial como relevo de Jorge Alcocer, el tramo final de su rectorado se acaba de descomponer gracias a las maniobras del que fuera su amigo, aliado y golpeador: Eduardo López Betancourt.

El expresidente del Tribunal Universitario, defenestrado porque enfrenta un proceso penal por acoso sexual agravado contra una estudiante, quiere llevar a la UNAM a una encrucijada: desatender una orden judicial, dictada por un juez de consigna, amigo del abogado guerrerense y de Félix Salgado Macedonio, o reinstalarlo en el Tribunal Universitario y con ello, no solo admitir la violación de la autonomía universitaria, también dinamitar el poco prestigio que le queda a Graue y además, encender la mecha de las protestas feministas que mantuvieron cerradas varias facultades antes y durante una buena parte de la Pandemia.

La diferencia entre lo que pasó antes, cuando las tomas de instalaciones universitarias estuvieron a cargo de grupos de jóvenes encapuchadas cuya identidad nunca se alcanzó a develar, y lo que podría ocurrir ahora, cuando las voces de mujeres universitarias con rostro, nombre y apellido, empiezan a escucharse ante la posibilidad del expresidente del Tribunal Universitario sea reinstalado, es que el presunto acosador, villano, violentador de mujeres, tiene nombre y apellido, está señalado, investigado, imputado y vinculado a proceso penal por un juez federal.

El personaje es Eduardo López Betancourt y, curiosamente, tiene una de las peores famas públicas en toda la universidad, no solo por ser el abogado del fallido candidato violador, Félix Salgado Macedonio, también por haber sido parte de la guerra sucia en el Guerrero de Rubén Figueroa Figueroa en los años setenta, por estar asociado a litigios millonarios de muy dudoso procesamiento y, sobre todo, por llevar más de 50 años actuando impunemente en perjuicio de las mujeres universitarias y en contra de los valores que la UNAM está obligada a defender. Cualquier sondeo entre las muchas generaciones de mujeres y hombres que han tratado a López Betancourt en la Universidad Nacional arroja el mismo resultado: es un abusador, es un patán, es grosero, es un acosador. Con tantas generaciones de alumnos y alumnas opinando en ese sentido, solamente alguien de verdad miope, ingenuo o interesado, se atrevería a dudar de lo que se le ha acusado.

En los más de 50 años como profesor, López Betancourt avanzó en la UNAM y acumulando poder como nunca con los tres últimos rectores: De la Fuente, Narro y Graue. Particularmente, alcanzó el Tribunal Universitario y se convirtió en el principal acusador de casi cualquier funcionario de la UNAM, los miembros de la Junta de Gobierno, incluidos, con Enrique Graue. De hecho, fue Graue quien, ya estando avanzada la investigación por acoso sexual que lo tiene vinculado a proceso, postuló a López Betancourt, a nombre de la UNAM, para que el Congreso de Guerrero le otorgara la medalla Sentimientos de la Nación. Ese yerro, que consolida la hipótesis de una complicidad añeja entre Graue y Betancourt, acompañará al Rector hasta el último día de su gestión en la UNAM, y mucho tiempo después.

Si el Rector, Graue Wiechers, no entiende que esta es su última oportunidad para reivindicarse luego de que el affaire Betancourt dinamitó su discurso y desnudó su pobre actuar en materia de igualdad de género, si no entiende que es ahora o nunca para defender a la universidad y a las mujeres universitarias frente al gravísimo problema de la violencia de género, si permite el regreso de López Betancourt a la UNAM, no solo al Tribunal Universitario, terminará de darle la razón a todas y todos los que, en la propia UNAM, afirman que ni comprende ni se interesa por el enojo de las mujeres, que ni comprende ni se interesa por la estabilidad y la buena marcha de la institución, y que tampoco tiene claro hacia dónde debe ir la UNAM, en un momento clave de su historia; cuando las mujeres universitarias están en pie de lucha y contrariadas porque el eventual regreso de López Betancourt sería una señal inequívoca de que, ni se les respeta, ni se les reconoce.

Hay poderosas fuerzas políticas externas que trabajan ya para calentar la universidad, con toda la intención de meter mano al proceso de selección del nuevo rector. Eso al menos, Graue sí lo debe saber, comprender y considerar. En movimiento de protesta feminista en este momento, podría acabar anticipadamente con su inestable rectorado.

Eduardo Ramos Fusther
This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.  
@RamosFusther
Licenciado en Derecho (TEC), Licenciado en Seguros y Fianzas y Administración de Riesgos (Universidad Marista). Maestrante en Pedagogía (Universidad YMCA). miembro del Consejo Nacional de Honor de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT). Titular de "El Punto Crítico Radio". Editor del periódico El Punto Crítico. Con 50 años ejerciendo el periodismo.