Descomposición

SINGLADURA

Que México sufra hechos tan detestables como el cercenamiento de las manos de seis presuntos delincuentes en Jalisco, que aparezcan en la generalmente tranquila ciudad de Pachuca letreros callejeros con esta amenaza: “ratero si te garramos te linchamos” o que mujeres desesperadas se hagan de cacerolas para matar a un

sospechoso, ya es parte del escenario habitual, del registro cotidiano de una ciudadanía amedrentada y dispuesta  a matar para  vivir.

En esas estamos los mexicanos, pero lo más grave es que ya prácticamente nos habituamos.  Convivimos con la muerte cotidiana, ya casi sin inmutarnos. El crimen, la violencia, el agandalle, el cinismo y la impunidad forman parte del paisaje habitual mexicano de nuestros días y poco o nada nos importa,

.Ni quien se sorprenda ya y mucho menos quién reclame por el estado de cosas. “La muerte tiene permiso”, decía Edmundo Valadés como presagiando los días del porvenir.

O dicho de otra forma, quizá los mexicanos coincidamos con  Alberto Quintero, el poeta guanajuatense muerto prematuramente, según el cual “la muerte es un acto infinitamente amoroso”. Así estamos en este país tan nuestro y tan dolido, dije dolido. No se confundan los términos.

¿Qué hacer? Al menos indignarnos, sentir el dolor, la desesperación ajena, en una palabra experimentar la conmiseración hacia el prójimo. Así, asumo el riesgo de incurrir en lo que algunos denominan una cursilería ramplona. Qué más da.

¿Cómo no lamentar que en San Pedro Tlaquepaque, cinco hombres y una mujer sufrieran el cercenamiento de las manos al parecer en venganza por un intento de robo. Víctimas y verdugos, partícipes de una intensa tragedia nacional que revela la descomposición profunda y la desesperanza de un México herido y ultrajado en exceso.

Otro joven fue asesinado a golpes. Sobre su cadáver fue emplazado un cartón de color chillante, suscrito por “Elite Antiratas”.

A poca distancia fueron halladas varias manos en bolsas de plástico.

En Aguascalientes, tres mujeres se hicieron de los trastes de la cocina para ultimar a un hombre de 22 años identificado comoJosé Guadalupe Martínez Tejeda, alias El Chepe.

Al parecer, el presunto agresor había dejado unos días antes la cárcel. Ahora está en un cementerio.

Y en Pachuca, la llamada bella airosa, comienzan a llamar  la atención cartelones con esta amenaza: “ladrón si te agarramos te  linchamos”. Este es el México de espanto que vivimos en forma cotidiana, casi sin inmutarnos. Hemos asumido la violencia, el crimen y la impunidad como parte de nuestra historia cotidiana. (fin).

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