¿Cambio o ratificación?

SINGLADURA

 
“Haiga sido como haiga sido” para parafrasear al clásico innombrable, Carlos
Urzúa ya se fue. Dejó tras de sí una intensa polvareda al cerrar la puerta del despacho que ocupó escasos siete meses al frente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en tiempos de la austeridad republicana, o para citar a Alfonso Romo, de la pobreza sanfranciscana.
Ni modo. Urzúa puso en las manos del presidente López Obrador una carta incendiaria para dar cuenta de su renuncia, que aflojó de inmediato mercados e hizo desvanecer al peso, al menos momentáneamente.
A diferencia de otros tiempos –también innombrables para no ofender-, cuando las renuncias de funcionarios de semejante rango e importancia estratégica para un gobierno se solventaban con la consabida fórmula de “por motivos de salud”, esta vez fue digamos que abundante en explicaciones.
Urzúa argumentó la imposición “inaceptable” de funcionarios que carecen de conocimiento de la Hacienda Pública, “muchas” discrepancias con el gobierno de López Obrador, la adopción de políticas públicas sin “suficiente sustento” y hasta “extremismos” de izquierda o derecha.
“Aunado a ello, me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública. Esto fue motivado por personajes influyentes del actual gobierno con un patente conflicto de interés”, dijo Urzúa, un pilar del gobierno de López Obrador.
Por todo ello “me veo orillado a renunciar”. Puso punto final y se fue.
En su lugar llega Arturo Herrera, ahora ex subsecretario de Ingresos, un cargo al que llegó luego de la finta de Gerardo Esquivel, hoy vicegobernador del Banco de México.
Esquivel, el esquivo candidato al cargo que dejó la víspera el hidalguense Herrera, lamentó “enormemente” la renuncia de Urzúa a la Secretaría de Hacienda. En su cuenta de twitter, calificó a Urzúa de “una gran persona” y “un economista extraordinario y comprometido con las mejores causas del país”.
Sobre Herrera, Esquivel le externó sus felicitaciones por su nombramiento como Secretario de Hacienda. “Arturo es un excelente economista y un gran servidor público que ya ha dado muestras claras de su enorme capacidad y talento. La Secretaría de Hacienda queda en muy buenas manos”, remató.
¿Qué sigue?
Herrera dijo que buscará cumplir los objetivos que Urzúa estableció al tomar el cargo al frente de la Secretaría, entre ellos estabilidad macroeconómica, manejo responsable de las finanzas públicas, mantener un nivel macroeconómico respetando la autonomía del Banco de México, preservar que el sistema financiero, en general, y bancario, en particular, tenga altos niveles de capitalización, y favorecer un desarrollo inclusivo que favorezca a los mexicanos más vulnerables.
Dijo de igual forma que en pocos días más se dará a conocer el plan de negocios de Pemex, y adelantó que se pondrá énfasis en los programas de exploración y producción para estabilizar los indicadores de producción de esa empresa productiva del Estado. No abundó por respeto, argumentó.
Ya se verá. Ratificó su compromiso con el gobierno de López Obrador y negó que tenga discrepancias con el presidente, al que conoce y trata hace unas dos décadas.
Insistió en que buscará poner a la economía del país en buen rumbo y que mejoren los que menos tienen. Este último criterio parece que habría jugado un papel clave en la renuncia de Urzúa. Las decisiones que Herrera tome en los días que siguen harán notar casi de inmediato si hay un nuevo rumbo o simplemente se ratifica el esquema por el que Urzúa renunció.
 
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@RobertoCienfue1