Tenis, Vacunas y Cultura

Que es un figurón del llamado deporte blanco, no hay duda alguna. Y que como personaje público de alcance mundial está, quiera o no, en el foco de las

vidas de millones de personas. Su influencia, ejemplo o conducta, estarán sujetas al escrutinio público permanente. No se salva. Es el karma, si se quiere usar este término, de las personas famosas, ilustres, aquellas que sobresalen, destacan y rebasan con mucho el ámbito doméstico e individual y aún nacional. Son las figuras públicas, algunas ejemplares, otras tristemente célebres. Y claro, para millones de personas, importa lo que las ilustres o famosas, hagan o dejen de hacer. Es irremediable. Bien o mal, siempre inspiran a otros.

Por ello concita la atención el astro del tenis, el serbio Novak Djokovic, eje de una polémica sobre vacunarse o no contra el malhadado Covid-19, su cepa Ómicron y otras que según la Organización Mundial de la Salud, podrían pronto tocar la puerta.

  

Djokovic y otros deportistas profesionales de talla mundial, está protagonizando una de las batallas culturales en torno a las vacunas contra el coronavirus.

Reacio a recibir sus dosis, Djokovic terminó por abandonar Australia con base en una determinación jurídica de ese país, que rechazó las apelaciones del tenista para permanecer en la nación, donde defendería a partir de este lunes su título en el Abierto de Australia. La agencia AP consideró la salida de Djokovic un final demoledor y sin precedentes a su racha de éxitos en Melbourne Park.

Djokovic ha ganado nueve de sus 20 trofeos de Grand Slam en el Abierto de Australia — incluidos tres seguidos — y tenía previsto jugar en la cancha principal del torneo en el primer día de competición.

Pero el número uno del tenis masculino fue deportado de Australia, después de que tres jueces de una corte decidieran de forma unánime respaldar el derecho del ministro de inmigración de cancelarle la visa. El fallo se dio a conocer a menos de 18 horas de inicio del primer Slam de la temporada.

Decepcionado por el fallo, Djokovic dijo que respetaría la decisión de la corte, cooperaría con las autoridades “en relación a mi salida del país” y se tomaría un tiempo “para descansar y recuperarme”.

La agencia AP también recordó el caso en la NBA de Kyrie Irving, quien se perdió los primeros meses de la temporada con los Nets de Brooklyn, antes de hacer un regreso parcial. En la NFL, el quarterback de los Packers Aaron Rodgers ha pasado de ser un veterano reverenciado a una figura polarizadora.

Se trata de una polémica cultural, pero también sanitaria. Hay quienes consideran que en el fondo de esta polémica, se está sobredimensionando el papel del deporte y en especial de los atletas estrellas.

Después de todo, estos atletas reciben la misma información y aún desinformación que el resto de las poblaciones y no resultan inmunes o quedan a salvo de las divisiones en torno a las vacunas.

Argumentan incluso que las celebridades no cambiarán la opinión de nadie sobre el aborto o las armas de fuego, o muchos otros temas polémicos y aún divisivos social y aun nacionalmente.

Hay expertos que se preguntan por qué se les pide a las estrellas o figuras públicas que resuelvan el odio y el dolor y ahora se espera de ellos una posición sobre salud pública. A esto se puede contestar que debido a su papel relevante en la vida pública de sus países y aun del mundo. Es lo que debería primar: a mayor relevancia pública, mayor responsabilidad social.

Se considera ahora que los deportes constituyen la criba para formar a los jóvenes y aportan a favor de ideas que se valoran, como el sacrificio, el esfuerzo y los objetivos, el aprender cómo trabajar arduamente y fijarse metas, ser un formador de juventud, aun sin proponérselo.

Para muchos este propósito resulta neciamente ridículo, más cuando podría obtenerse de un violinista disciplinado, de un artista o de un escritor. ¿Acaso de un político? Pregunto. ¿Cómo deshacerse o conjurar este karma? ¿Se vale o resulta ridículo?

Un punto más en esta polémica. El primer ministro australiano Scott Morrison ha defendido las estrictas políticas fronterizas de Australia con un argumento contundente: “Las reglas son las reglas”, tuiteó.

Morrison, aun cuando tendrá elecciones en mayo, difundió un comunicado la víspera para decir que su país está decidido a mantener fronteras fuertes y a los australianos seguros, especialmente luego que han hecho muchos sacrificios durante esta pandemia, y tienen todo el derecho de que esos sacrificios se hagan valer.

Así que aun cuando Djokovic es una personalidad total, no entra en las excepciones y, más bien, está obligado a cumplir las reglas porque después de todo son las reglas.

@RoCienfuegos1