El próximo domingo 4 de junio será un día histórico en el Estado de México, al margen de cuál de las dos candidatas
en disputa se imponga en el conteo final de los votos. Si gana la maestra Delfina Gómez Álvarez, iniciará una nueva etapa en la vida de los 17 millones de mexiquenses. La ex titular de la Secretaría de Educación Pública hizo una campaña de enunciados, la mayoría de ellos asociados con el movimiento de la 4T, y del presidente Andrés Manuel López Obrador. Se conocen sobradamente. Cosa de ver si con ellos, Gómez Álvarez se erige en este su segundo intento en la nueva gobernadora del estado más poblado del país, y al mismo tiempo, el que registra el padrón electoral más nutrido de México, con poco más de 12 millones de votantes.
Antes de las urnas, Gómez Álvarez compareció para participar en un par de debates con su adversaria, Alejandra del Moral, y aunque los panegiristas de la maestra texcocana dijeron que se impuso a la priísta, lo cierto es que en ninguno de los dos debates resultó especialmente audaz o sobresaliente, sin que eso signifique que no lo sea. Más bien la contención que mostró a su audiencia pudo haber sido parte de la estrategia para no asumir riesgos, sobre todo cuando la mayoría de los sondeos le siguen dando a pocos días de los comicios, una ventaja, así sea apretada, pero ventaja al fin. Así que el plan pudo haberle funcionado.
Del Moral, más enjundiosa sin duda, en parte por sus 39 años, apostó un poco más fuerte, pero tampoco se fue a fondo convencida junto con sus asesores, de que sería mejor transitar por la civilidad política y proclamar la valentía de la unidad para resolver los grandes retos de la entidad que aspira a gobernar una vez superada la alcabala dominical en puerta.
Pudo haber golpeado más fuerte a la maestra Gómez Álvarez, pero prefirió predominantemente la contención. Sí, recordó la práctica del diezmo cuando Delfina fungió como alcaldesa de Texcoco, o Tetzcoco en lengua náhuatl. Le puso un poco de calor al debate cuando recordó que la 4T divide, odia y apabulla. Del Moral no fue mucho más allá. Si gana el domingo próximo, aun contra una gran cantidad de pronósticos, Del Moral hará historia, más allá incluso de su propio partido, el desvencijado PRI. Un triunfo de Del Moral también inscribiría en la historia al PAN, su otro puntal en esta contienda, y de ribete, pondrá a valer como pocas veces antes, al alicaído PRD.
Como trasfondo de esta batalla casi épica, los electores mexiquenses podrían anticipar por su número y decisión, una evaluación de las políticas de la 4T, y al mismo tiempo, -vaya paralelismo- de las instrumentadas por el gobierno de Alfredo del Mazo.
Si gana Gómez Álvarez, se constatará la eficacia de un espectro amplio de los programas sociales que ha impulsado el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Si pierde, se tendrá un termómetro social de esos programas, muchas veces tan controversiales y divisivos en la opinión pública del país, aun y cuando amplios segmentos poblacionales se beneficien de los mismos, unos convencidos de que por vez primera se trata de dinero contante y sonante, y no de láminas, tabiques o tinacos, entre otros bienes, como antes lo hacía el PRI para estimular a sus clientelas. Es un hecho que el dinero que reciben, no sólo cambió el tipo de dádiva, sino que aceita de mucha mejor manera la maquinaria electoral para pintar las urnas de un color guinda intenso.
Si pierde Del Moral, el PRI ya podrá ir preparando su epitafio. Además, una derrota de esta candidata será un hachazo a la conformación de una eventual alianza político-electoral opositora para competir en la presidencial del 2024.
Así entonces, la elección dominical tiene una serie de elementos que al converger podrían marcar el antes y el después del 4J. Veremos.
Roberto Cienfuegos J.
@RoCienfuegos1