(El Señor nos nombra y nos llama cada día a despertar en su cepa armónica, a crecer con ella y a compartir

los frutos de la esperanza. Sin desesperarse, nos espera, incluso decepcionado por nuestras caídas y arrogancias. Aprovecha la palabra, fructifica el diálogo; y, sobre todo, ¡no se venga! Devolvamos a nuestra mesa diaria, el canto del amado por la viña y, volvamos a poner el corazón, en la alegría del cielo).

 

I.- SOMOS VIÑADORES EN CAMINO;
MIENTRAS LA VIÑA SIMBOLIZA AL PUEBLO

Dios nos cultiva como un campo,
para volvernos vergel de nardos,
y envolvernos de vientos eternos;
porque nos persigue en la pureza,
donde la persona es ella misma.

Seamos fieles a su llamamiento,
pues somos su proyecto de vida;
acojamos y recojamos su gracia,
despoblémonos de toda avaricia,
y repoblémonos de generosidad.

Tan solo en Cristo, sólo por Él
y únicamente con Él existimos,
nos impide caer en la tentación,
nos mueve al Padre roto el mal,
con la fuerza del beatífico soplo.

II.- ACOJAMOS EL TIEMPO DE LA VENDIMIA;
MIENTRAS LA RECOLECTA PERSONIFICA AL MUNDO

Es el instante de la recolección,
cuando todo se dice y se desdice,
cuando hay que pararse y verse,
golpearse el corazón y quererse,
removerse de mundo y elevarse.

Porque la viña no será destruida,
será reconstruida de luz divina,
y una vez rehecha nos iluminará,
con una cosecha de clemencias
y una recolección de níveas uvas.

Las vides se cubrirán de racimos,
los racimos se revestirán de sol,
el sol se repondrá rico de rostros,
los rostros serán rastros de calma,
y la calma un olmo de paz en paz.


III.- DESTRONEMOS A LOS VIÑADORES HOMICIDAS;
MIENTRAS EL ACOPIO ENCARNA EL CASTIGO

El Creador nos ha creado para sí,
y nos ha elegido para ir a su lado,
no para alejarnos de su compañía,
sino para acercarnos a su morada,
causar hogar y engendrar familia.

No perdamos de vista la realidad,
el contexto que debe de germinar,
pues todo ha de gestarse en amor,
que el amar es lo que nos da vida,
a los mortales de buena voluntad.

Dejemos de ser reos del dominio,
pongámonos a servir cada aurora,
asentémonos en actitud donante,
cultivemos el reino de la placidez,
seamos cantautores de alma pura.

 

Víctor CORCOBA HERRERO
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