SINGLADURA

Cada vez menos entiendo a los políticos mexicanos, menos todavía a quienes se rasgan de manera hipócrita las vestiduras para censurar el “discurso de odio” de Donald Trump hacia nosotros los mexicanos en general y en particular a quienes en forma paradójica han huido del país por el odio que resienten en su propio territorio.

Ahora que casi está confirmada la nominación republicana a la presidencia estadunidense de Trump, el caso toma otro cariz. No es lo mismo oponer a un aspirante que a un candidato. Tampoco sería igual enrostrar al candidato republicano Trump que al eventual presidente Trump.

Pero me llaman la atención varios puntos sobre la manera en que en México reaccionamos a las posibilidades de Trump. Más de llamar la atención es que el gobierno de Enrique Peña sigue admitiendo como válidos y buenos los argumentos de figuras estadunidenses, entre ellas la líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, quien en una reciente visita a México y en sus entrevistas oficiales sostuvo que Trump no encarna el sentimiento del pueblo estadunidense. ¿Es creíble esto? Bastaría para echar abajo este argumento darse cuenta de que el señor Trump, con todos sus desparpajos y excesos u lo que se quiera, está a punto de convertirse en el abanderado presidencial de los republicanos y casi seguramente de un vasto sector demográfico de ese país. ¿No encarna Trump a un importante sector electoral estadunidense? Imposible sostener lo contrario.

Voceros y/o funcionarios del gobierno de Peña, entre ellos la canciller Claudia Ruiz Massieu,  califican los comentarios de Trump de equivocados y más específicamente de “racistas e ignorantes”. De allí no pasa Ruiz Massieu. Bueno. Curioso sin embargo que haga suyos los argumentos estadunidenses al confesar que está “bastante segura” de que las posiciones de Trump no reflejan el punto de vista de la mayoría de los estadunidenses. ¿Qué? Si fueran ciertas las apreciaciones de la señora canciller de México, Trump no estaría abanderando a un vasto sector de estadunidenses, a quienes les encanta el magnate y sus posturas. ¿O no?

Más todavía. Ruiz Massieu  cree que sus declaraciones a “The Washington Post” tumbarán las posturas de Trump y más aún, el muro que este señor pretende erigir en la frontera entre ambos países. "Es imposible pensar en una frontera amurallada de dos mil millas y en frenar el comercio entre los dos países. Es impráctico, ineficiente, erróneo y francamente no es una cosa inteligente", expuso la canciller.

Acepto que pudiera no levantarse el muro, pero éste podría ser un símbolo o valladar de la eventual presidencia de Trump, lo que de suyo complicaría aún más las cosas para México, que en los últimos años se convirtió en un cabuz estadunidense.

Otra cosa. Lamentan los funcionarios mexicanos el discurso de odio de Trump, pero no alcanzan a percibir por falta de coeficiente o interés político muy cínico y mezquino, que los mexicanos se han ido del país debido al odio que reciben, especialmente de sus propios gobernantes. Es decir, el odio de los gobernantes los ha expulsado de México, donde no encuentran condiciones mínimas aceptables para hacer sus vidas al lado de sus familias y en su propia tierra. El odio los ha desterrado. Vea si no. Hay odio cuando se les niega empleo, vivienda, salud, educación. Se les odia porque son pobres, indígenas o proletarios. ¿o no? Este odio –insisto- es peor que el de Trump hacia los desheredados de México. 

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