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La visión del futuro del país es algo que ni dirigentes, candidatos o políticos han podido transmitir a la sociedad. Todos hablan de él como si faltara mucho tiempo para alcanzarlo, cuando —en realidad— está a la vuelta de la esquina. Las sociedades evolucionan de forma por demás vertiginosa y —pareciera— que ni gobernantes ni políticos avanzan ni en la misma línea ni con la misma velocidad. Mientras unos hablan y proponen acciones para

modernizar procesos administrativos, la gente ya realiza sus trámites en instituciones bancarias desde sus teléfonos; en tanto que proponen el uso de gasolinas bajas en plomo, las personas adquieren maquinarias que utilizan energías limpias ajenas a los hidrocarburos.

El concepto de modernidad de los políticos está muy lejos de coincidir con el de las personas “de a pie”, pues mientras unos se quiebran la cabeza —incluso se plagian presentaciones— para proponer acciones y políticas públicas; las empresas prestadoras de servicios avanzan en encontrar mecanismos que los hacen más accesibles para los usuarios. Ya sea a través de aplicaciones, optimizando y automatizando procesos o bien simplemente a través de otros mecanismos, las empresas y prestadores de servicios particulares, siempre están a la vanguardia, evitando la molesta tramitología que —en muchas ocasiones— se vuelve engorrosa, tardada e innecesaria.

Estoy cierto en que los procesos administrativos de las instituciones públicas tienen que garantizar y brindar certeza jurídica, por ello es que tanto leyes, reglamentos, manuales y demás disposiciones administrativas, obligan al cumplimiento de trámites y fases que los hacen tardados, engorrosos y —consecuentemente— molestos para los ciudadanos; sin embargo, es necesario que tanto políticos como administradores públicos, busquen formas novedosas de brindar un mejor servicio público, en el que se eviten pasos y procesos, al tiempo que se aprovechan los avances tecnológicos para facilitarle la vida al gobernado.

Ya han pasado los tiempos en los que se para obtener un documento oficial se requerían infinidad de sellos, firmas y tránsito por oficinas. Hoy la obtención de documentos, el pago de impuestos, derechos y aprovechamientos, así como la inmensa mayoría de los trámites con instituciones de gobierno, pueden realizarse a través de instrumentos informáticos y aplicaciones. Es decir: una verdadera simplificación administrativa. Con ello se soluciona la vida al gobernado, se evitan actos de corrupción y se facilita la recaudación de recursos para el Estado.

Invertir en insumos tecnológicos para el desahogo de trámites y servicios públicos será, verdaderamente, la mejor forma de aprovechar y utilizar los impuestos de los gobernados. Sería —sin duda— un gran éxito para cualquiera que pretenda gobernar este país proponer adecuar la compleja estructura burocrática y las instituciones de gobierno, al avance de la sociedad, pues —verdaderamente— se estaría hablando de un paso hacia delante, donde —por fin— se hablaría de que el gobierno funciona para ayudar y mejorar la vida de los ciudadanos.

@AndresAguileraM