Catar lanzó su proyecto por la Copa Mundial de 2022 con la ambiciosa visión de que el fútbol podría unificar al Medio Oriente.
“Imagínense lo que podemos lograr juntos”, declaró Mozah bint Nasser Al Missned, la
esposa del entonces emir de Catar, a los votantes de la FIFA en 2010. Presagió “una cultura de paz en toda nuestra región gracias al fútbol.
A cinco años del saque inicial, ese optimismo se desintegra rápidamente luego que los vecinos árabes de Catar rompieron el lunes relaciones con la pequeña nación que apeló al deporte para apuntalar su estatus global.
La FIFA confía que los problemas regionales se resolverán mucho antes que la entidad rectora del fútbol mundial tenga que contemplar un cambio de sede, medida que significaría un duro golpe a la reputación y economía de Catar, que ha invertido más de 150 millones de dólares en la infraestructura del torneo.
De momento, la FIFA ha optado por esquivar los cuestionamientos sobre el impacto de la tormenta desatada por Bahréin, Egipto, Arabia Saudita y los Emiratos Arabes Unidos, al romper vínculos diplomáticos con Catar. La FIFA se ha limitado a subrayar que mantiene contactos con Catar, cuyo gobierno ha sido acusado de apoyar a grupos terroristas, interferir en la soberanía de sus vecinos árabes y respaldar a grupos que socavan la estabilidad política.
“Una cosa es absolutamente segura, toda la comunidad del fútbol debería coincidir en que no se pueden disputar grandes torneos en países que apoyen activamente el terrorismo”, dijo Reinhard Grindel, el presidente de la federación alemana de fútbol y miembro del Concejo de la FIFA.
Catar niega que financie a extremistas, pero eso no ha impedido que sus vecinos tomen represalias que perjudican a individuos y negocios en la región, incluyendo el fútbol.
La FIFA se vio afectada por la crisis el martes, cuando la señal de beIN Sports —la cadena de televisión financiada por el gobierno de Catar— fue bloqueada en los Emiratos.
Como beIN es dueña de los derechos de transmisión de los torneos de la FIFA en el Medio Oriente y el norte de África, el Mundial Sub20 que actualmente se disputa en Corea del Sur no está disponible para la teleaudiencia en los Emiratos. “La FIFA está en contacto con beIN Sports con respecto a un asunto que estamos monitoreando”, dijo el organismo con sede en Zurich.
La FIFA también tiene una relación comercial con Qatar Airways, la aerolínea bandera del país que el mes pasado se convirtió en patrocinador del Mundial. Qatar Airways ha tenido que modificar sus rutas, a través del espacio aéreo de Irán y Turquía, a raíz de la decisión de Arabia Saudita y Egipto de bloquear sus vuelos. Un vínculo futbolístico ya se vio afectado, con el club saudita Al-Ahli rompiendo un contrato con la aerolínea.
La escalada de la crisis en el Golfo Pérsico debe advertirle a la FIFA de los riesgos en la región, y la debilidad geográfica de Catar, nación rica en petróleo y gas. Pero, para importar alimentos, Catar depende en demasía de su frontera con Arabia Saudita, donde cientos de camiones que transportaban comida y materiales de construcción no han podido cruzar.
Un bloqueo sostenido podría afectar los proyectos urbanísticos en Catar. Toda una nueva ciudad se ha construido desde cero para montar la final del Mundial. Ni un solo estadio estaba listo cuando se presentó la candidatura, y solo un estadio se ha completado para un torneo con 32 equipos.
Catar depende mucho de una masiva mano de obra de obreros de países asiáticos para expandir su infraestructura. Filipinas suspendió temporalmente los viajes de obreros del país a Doha, pero que no tenía planes de repatriar a los más de 200.000 que actualmente conforman la fuerza laboral.
Recibir la sede del Mundial propició un debate sin precedentes sobre las condiciones laborales en Catar. El país respondió a las críticas exigiendo a las compañías que adopten reformas laborales. Se trata de una de las consecuencias de montar un evento deportivo de semejante magnitud, algo que Catar no anticipó cuando derrotó a Australia, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos en la votación de 2010.
Catar recibió la atención que ambicionaba, pero en gran medida ha sido negativa, y sin alcanzar ese sentimiento de unidad que irradió en sus videos de promoción.
Desde el momento en que el entonces presidente de la FIFA Joseph Blatter sacó el nombre de Catar de un sobre en Zurich, cuestionamientos sobre corrupción han asediado a Catar, además de los temores por el calor, que obligaron un cambio de fecha del torneo, fijándolo entre los meses de noviembre y diciembre.
Pese a ser exonerado por la comisión de ética de la FIFA, Catar sigue bajo sospecha por parte de sus principales detractores. Tampoco está latente la posibilidad de que le quiten la sede o que sea objeto de un boicot por algunos países.
Pero la federación de Alemania no avala una acción tan extrema.
“Aún faltan cinco años para el Mundial”, dijo Grindel. “Ahora mismo las soluciones políticas deben tener prioridad por encima de la amenaza del boicot”.