Colombia grita James Rodríguez. La gran figura de lo que va de Mundial porta con orgullo el nombre del pueblo colombiano en este Mundial que le está viendo crecer. El futbolista del Mónaco acumula cifras y números reservados sólo a los más grandes. Lleva cinco goles en cuatro partidos, ha sido nombrado tres veces MVP en esos duelos y ha dado dos asistencias de gol. Una actuación que le está poniendo en boca de todo el mundo y que ha hecho que su cotización se haya disparado con respecto a antes del
Mundial.
Tras su extraordinaria actuación ante Uruguay, ayer acaparó las portadas de la prensa colombiana, en donde se le considera el principal artífice de un hecho histórico dado que es la primera vez que la selección cafetera se mete en los cuartos de final de un Campeonato del Mundo.
El diario El Colombiano era el más expresivo en su portada a la hora de describir el sentimiento popular con respecto a James Rodríguez: “Nuestro rey”. En otros medios, aunque siempre con su figura ilustrando las portadas, se prefirió resaltar la histórica clasificación de su selección. Los calificativos se agotaron (“inmenso”, “histórico”) para describir la gran actuación de su selección en general y la de James Rodríguez en particular. El país es una fiesta como nunca antes lo había sido por un motivo futbolístico. Esta euforia ya supera de lejos a la que se vivió en Colombia con la selección que dirigió Maturana antes del Mundial 94, aunque después se frustraron las expectativas.
El jugador del Mónaco llegó como principal estrella de los colombianos a Brasil, sobre todo tras la lesión de Falcao, pero las expectativas se están quedando más cortas de lo esperado.
Según el portal de fútbol y finanzas Transfermarkt, su valor de mercado previo al torneo estaba en 35 millones de euros, una cifra menor que los 45 que pagó el Mónaco el pasado verano al Oporto por hacerse con sus servicios.
También la consultoría brasileña Pluri midió a James Rodríguez en los días anteriores a que rodará el balón en Brasil y lo cifró en 32,5 millones de euros, valor muy por debajo que el resto de estrellas del Mundial. Las brillantes actuaciones de James van a disparar seguro su cotización cuando concluya el torneo y se revise el valor de unos y otros. Nadie esperaba que fuera un joven de 22 años como él, un chico prometedor pero sin demasiada experiencia internacional (que quiere que su nombre inglés se pronuncie tal y como se lee en español), el que cautivara a todos por su juego y su fútbol. El Mónaco se frota las manos a la espera de que algún club con mucho dinero se anime a hacer una oferta por él. James ya no es el de hace unas semanas; ahora vale más que los 35 millones en los que se tasaba.
Su próximo reto será aún más difícil dado que se enfrentará el viernes 4 a Brasil en Fortaleza. Si lo supera su nombre irá para siempre unido al de este Mundial.