Ignacio Ambríz fue la persona más sonriente sobre la cancha del estadio Azteca cuando el silbante decretó el final del compromiso ante Tigres. El entrenador del América , ése que fue duramente cuestionado al llegar al banquillo azulcrema porque aseguraban que era de “perfil bajo”, sabía que la del miércoles era su noche.
La ventaja de 2-0 que sacó de Nuevo León en el juego de ida terminó por ser lapidaria para el conjunto regiomontano, situación que le permitió al estratega graduarse como director técnico.
Es cierto que el gol de André Pierre Gignac al 39 le puso emoción y nerviosismo a la serie que concluyó 4-1 en el global en favor de América, pero la realidad es que Ambríz sabía que luego de 12 torneos -incluyendo el actual- de su regreso a al futbol mexicano tra ser auxiliar de Javier Aguirre en Europa, ante Tigres era el momento de dejar claro que es un técnico capaz. De borrar el mal sabor de boca que dejó en la liguilla pasada cuando Pumas los eliminó en semifinales, o el del fracaso en el Mundial de Clubes de Japón, ése que ya aseguró para el club para diciembre de este año.
Nacho, quien en México dirigió antes de llegar a Coapa a Puebla, San Luis, Gallos Blancos y a Chivas, ingresando únicamente a dos Liguillas antes de ser presentado con los azulcremas, fortaleció su seguridad cuando al 67 Michael Arroyo se quitó a un zaguero tras otro para luego mandar disparo a las redes que hizo explotar a la afición americanista, mientras el entrenador que anoche ganó su primer título ajustaba sus piezas para ya no comprometer ese trofeo que le ha dado el prestigio que muchos señalaban no tenía.
Ni las aproximaciones de Gignac tras el 1-1 en el Azteca, que obligaron a Hugo González, su arquero, a convertirse en figura al arrebatar goles a Tigres, hicieron que Ambríz perdiera la compostura, a pesar de que dirigía una final.
El entrenador que llevó al campeonato de Concacaf por segundo año consecutivo a las Águilas fue ecuánime, llamó a Sambueza, su capitán, y mandó órdenes a la cancha, sitio en el que sus pupilos asimilaron lo que su líder necesitaba de ellos para festejar un poco más tarde la obtención de un nuevo trofeo. Y la mejor muestra fue la jugada en la que Samudio fue derribado dentro del área, situación que aprovechó Osvaldito Martínez para definir desde el manchón y poner el 2-1 (4-1 global).
Al final, cuando el juego concluyó, Ignacio, a su manera, ésa que a muchos no les gusta por ser de “perfil bajo”, festejó su primer campeonato como entrenador, sin dejar de sonreír, gesto que contagió a sus jugadores y afición.