En el deporte suelen aplaudirse las demostraciones dramáticas de fuerza y velocidad, que hacen a los aficionados levantarse de los asientos. Todo eso que se asocia a la emoción deportiva no funciona para la raquetbolista Paola Longoria, quien admite que evita los lances espectaculares por miedo a sufrir heridas que arruinen estéticamente
sus piernas o lastimarse por el ansia de no perder un punto.
Ella es distinta, no lo oculta, pero eso no le ha impedido encumbrarse como una de las deportistas más exitosas en México, la número uno mundial, con 27 títulos consecutivos y 108 partidos sin perder.
Paola describe su personalidad –muy cuidadosa con su apariencia y "femenina"– como una extensión de su estilo de juego y viceversa. Porque pudo ser tenista, pero la idea de soportar horas bajo el sol le resultaba poco atractiva. Así que el raquetbol fue una elección casi natural para ella. En este deporte que le pareció menos rudo consiguió el domingo su título 27 consecutivo, en el Paola Longoria Invitational Tour, y lo hizo ante su eterna rival, la estadunidense Rhonda Rajsich.
Rhonda es el reverso de Paola. Tiene una personalidad más agresiva, brazos tatuados, pinta de basquebolista; en sus fotos siempre muestra una actitud de arrogancia. Eso, admite Longoria, la impresionó mucho desde que empezaron a enfrentarse.
La primera vez que compitió contra ella fue en el Abierto de Estados Unidos en 2007. Longoria estaba emocionada de jugar ante quien ese año era la número uno de este deporte.
“Yo tenía 16 años –10 menos que ella–, estaba muy emocionada de enfrentar a la número uno”, cuenta. “Pero cuando la vi dije: ‘qué miedo, esta mujer se ve muy ruda”’.