Por un lado Maradona, Buffon y Baggio; por el otro Zanetti, Del Piero y Trezeguet... El "partido interreligioso por la paz" deseado por el papa Francisco para propagar "la cultura del reencuentro" se disputó este lunes en el Estadio Olímpico de Roma en un ambiente de alegría.
Unas horas antes el papa Francisco dio su bendición al partido y exaltó ante las estrellas del futbol su deporte por ser capaz de trascender las religiones y las diferencias.
Francisco pronunció estas palabras en un encuentro en el Vaticano con un grupo de antiguas estrellas y algunos futbolistas en activo entre los que destacaba su compatriota Diego Maradona.
"Lealtad, compartir, recibir, el diálogo y la confianza en el otro", fueron los valores que el argentino Jorge Bergoglio pidió a los jugadores que transmitieran, antes de disputar el partido en Roma.
A pesar de ser el promotor del mismo, según fuentes vaticanas el papa no había previsto seguir el partido por televisión.
En el Estadio Olímpico ofreció un mensaje de vídeo. "Nadie debe hacer su propio partido, pido disculpas por hablar en español, pero es el lenguaje de mi corazón", dijo Francisco, de 77 años, gran aficionado al club San Lorenzo de Buenos Aires.
En los prolegómenos la cantante argentina Tini Stoessel, conocida como Violeta por su papel en una serie de televisión, interpretó Imagine de John Lennon, rodeada de unas cincuenta niñas en el centro del campo.
Luego los representantes de todas las religiones plantaron un olivo, símbolo de la paz, como había pedido el papa, seguido del caluroso abrazo entre los jugadores de los dos equipos, antes de que el árbitro iniciara el partido.
Arsene Wenger, entrenador del Arsenal, y el argentino Gerardo Tata Martino, nuevo seleccionador de la Albiceleste, fueron los encargados de dirigir los equipos en el Olímpico.
'Ejemplo de coexistencia'
"El futbol es un ejemplo de coexistencia que permite excluir toda discriminación de raza, de lengua y de religión", insistió Francisco en su discurso a los futbolistas en el Vaticano.
Sin referirse a los numerosos conflictos en ocasiones debido a rivalidades religiosas existentes en el mundo, el papa destacó la posibilidad de los creyentes de "mantener su identidad" en el deporte. "La religión debe ser un vehículo para la paz, no el odio", añadió.
El papa reiteró a los futbolistas su invitación para que sean modelos a seguir por los jóvenes "tanto dentro como fuera de los estadios".
En esta ocasión el argentino no optó por la improvisación, ciñéndose a un discurso breve y clásico en un ambiente un tanto frío, con los jugadores algo desubicados en la enorme sala Pablo VI.
Francisco saludó a los jugadores uno por uno y luego posó en el centro del grupo con un balón en las manos.
Los futbolistas le entregaron el trofeo del partido que se disputará más tarde, un olivo de plata, además de un pequeño olivo, símbolo de la paz en el cristianismo, que luego fue plantado en el Estadio Olímpico.
Maradona copa el protagonismo
Más fotografiado que el papa, Maradona llegó con gafas de sol y en compañía de una treintena de personas. Ofreció a su compatriota una camiseta con los colores de Argentina, le abrazó y le habló al oído.
El partido fue organizado por otro argentino, el exjugador del Inter de Milán Javier Zanetti, un ferviente católico, que ya tuvo un encuentro con el papa en 2013. "Es una nueva apuesta del papa por la paz", dijo.
Este encuentro forma parte de la estrategia de "diálogo" del papa Francisco, en el momento en que varias guerras tienen motivaciones interreligiosas (Irak, Siria) y dividen incluso a las comunidades cristianas (Ucrania).
Los futbolistas que participan en el partido, la mayoría católicos pero también de otras religiones, han "suscrito un manifiesto" por el que se adhieren a los valores de paz, tolerancia religiosa y diálogo.
La nota discordante la puso el egipcio Abou Treika, que rechazó la invitación debido a que no quería jugar con "sionistas".
Los fondos que se recauden irán a un proyecto educativo querido por el papa Francisco en Buenos Aires, "Una alternativa de vida", que apoya a niños desfavorecidos.