en que aumentan las tensiones en Corea del Norte y Siria.
En la quinta Pascua que celebra desde su elección como Pontífice, Francisco ofició una misa ante miles de personas en la Plaza de San Pedro, entre medidas excepcionales de seguridad tras los ataques de vehículos contra la multitud ocurridos en Londres y Estocolmo.
En las entradas del Vaticano había más furgones policiales y vehículos del Ejército de lo habitual y los fieles eran parados en varios puntos de control antes de llegar a la plaza, que estaba decorada con 35.000 flores y árboles.
En su mensaje "Urbi et Orbi" ("A la ciudad y el mundo"), pronunciado desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el religioso argentino habló de un mundo castigado por conflictos y envenenado por las tensiones.
Desde el mismo balcón en el que apareció por vez primera ante el mundo en la noche de su elección en 2013, Francisco se refirió a un Dios que "se hace compañero de camino de quienes se ven obligados a dejar la propia tierra a causa de los conflictos armados, de los ataques terroristas, de las carestías, de los regímenes opresivos". No nombró gobiernos específicos.
"Que en los momentos más complejos y dramáticos de los pueblos, el Señor Resucitado guíe los pasos de quien busca la justicia y la paz, y done a los representantes de las naciones el valor de evitar que se propaguen los conflictos y de acabar con el tráfico de las armas", afirmó.
El Papa hizo estos comentarios en un momento en que sube la tensión entre Corea del Norte y la comunidad internacional. Asimismo, también condenó como "innoble" el ataque contra un convoy de autobuses en Siria en el que murieron al menos 112 personas.
Durante su discurso en el día más importante del calendario litúrgico cristiano, Francisco pidió la paz en Sudán del Sur, Sudán, Somalia, la República Democrática del Congo y Ucrania. En la vigilia celebrada el día previo, instó a los católicos a que no ignoren las necesidades de los inmigrantes, los pobres y otras personas vulnerables.