En un discurso muy esperado, Trump llamó a aislar a Irán, al que acusó de alimentar "los incendios de los conflictos sectarios y del terrorismo", para gozo de las monarquías sunitas del Golfo Pérsico, entre ellas Arabia Saudita, que temen la influencia de su gran rival chiita.
El mandatario afirmó ser portador de un mensaje de "amistad, esperanza y amor", en unas declaraciones que contrastaron mucho con la retórica de su campaña para las presidenciales, en la que llegó a afirmar que el islam odiaba a Estados Unidos.
Ante los representantes de unos 50 países musulmanes, Trump, cuyo país combate desde 2014 al grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Siria e Irak, insistió en la necesidad de que los países del Golfo y Oriente Medio desempeñen un papel más activo en la lucha antiterrorista, asegurando que llegó la hora de "afrontar verdaderamente la crisis del extremismo islamista".
La expresión es notablemente diferente del "terrorismo islámico radical", que usaba Trump habitualmente durante su campaña electoral, y que provocaba recelo en el mundo musulmán.
Para Trump, la lucha contra el extremismo islamista no es una "batalla entre religiones", sino "una batalla entre criminales bárbaros que intentan aniquilar la vida humana y gente decente de todas las religiones que intenta protegerla. Es una batalla entre el bien y el mal".
El presidente estadunidense exhortó, asimismo, a los países musulmanes a no ser un "santuario de los terroristas" y a "expulsarlos" de sus comunidades y sus lugares de culto.
Tras evocar los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos y todas las víctimas del terrorismo en Europa, África y Asia, Trump recordó que "95 por ciento" de los afectados por el extremismo son musulmanes.
Fiel a la política seguida desde que llegó al poder, evitó hablar de los derechos humanos ante un grupo de mandatarios que suelen ser objeto de críticas por parte de las organizaciones internacionales.
Respecto a Irán, país con el que Estados Unidos lleva décadas enemistado, Trump denunció a un país responsable, según él, de la "inestabilidad en la región".
Unos minutos antes, su anfitrión, el rey Salmán del reino sunita de Arabia Saudita, había calificado a Irán de "punta de lanza del terrorismo mundial".
El presidente estadunidense multiplicó ayer domingo los encuentros con dirigentes de la región, entre ellos los líderes de las monarquías del Pérsico y su homólogo egipcio, Abdel Fatah Sisi.