La decisión del SPD la tomaron este domingo 600 delegados en Bonn, después de semanas de confrontación interna entre quienes estaban de acuerdo y quienes no. Ese partido registra una fuerte crisis a raíz de la debacle electoral que sufrió en las elecciones generales del 24 de septiembre, al lograr solo 20.5 por ciento de los votos.
Alemania ha tenido en los casi cuatro meses transcurridos desde entonces un gobierno provisional en manos de Angela Merkel y de la Gran Coalición, así llamada porque une a los partidos Unión Demócrata Cristiana (CDU), Unión Social Cristiana de Baviera (CSU) y el SPD.
En un acalorado y emotivo congreso extraordinario convocado en la antigua capital del país, Bonn, los delegados socialdemócratas decidieron, aunque por estrecha mayoría de 56.4 por ciento, negociar con base a un preacuerdo alcanzado hace poco más de una semana entre representantes de los tres partidos que perfilaba algunas líneas del futuro programa de gobierno.
Sin embargo, el dato evidencia lo dividido que está el partido respecto a un gobierno de coalición, ya que muchos consideran que las coaliciones pasadas (en las legislaturas 2005-2009 y 2013-2017) fueron causantes de la pérdida de votos en las elecciones de septiembre, en las que el SPD obtuvo el peor resultado de su historia con poco más del 20 por ciento de los votos.
Schulz, sin embargo, se mostró combativo y aseguró que negociará duro para imponer la plataforma socialdemócrata en el futuro gobierno. “Claro que no se debe querer gobernar a cualquier precio, pero tampoco no gobernar a cualquier precio”, dijo destacando el día histórico que vivió hoy el partido.
Antes de la votación, había pedido el voto a favor de las negociaciones apelando a la responsabilidad del partido y el gobierno conjunto como una oportunidad de “poner fin al neoliberalismo en la Unión Europea” y poder influir en su futuro.
Más combativas se mostraron otras figuras como la líder de la fracción parlamentaria, Andrea Nahles, quien apeló al realismo al considerar que la izquierda no cuenta con mayoría suficiente para gobernar en solitario o en una “ilusoria coalición de izquierdas”.
Sin embargo, el líder de las juventudes socialdemócratas, Kevin Kühner, un estudiante de Política de 28 años que ha llevado sus advertencias al extremo, llamó a delegados a votar porque el partido pasara a la oposición, señalando que a veces hay que ser “un enano para poder ser un día un gigante”.
La víspera incluso insinuó la posibilidad de que el partido pueda acabar desapareciendo si vuelve a pactar con los conservadores.
Pese a todo, el resultado del congreso de este domingo salvó al partido de un mal mayor. Si ganaba el “no” se esperaba la dimisión de Schulz y de la cúpula del partido y se cerraba el camino a esa posibilidad de gobierno, abocando el país a un gobierno en solitario de Merkel o a la celebración de nuevas elecciones.
Nunca antes Alemania había estado tanto tiempo sin gobierno. Merkel, que está al frente del país desde 2005, ganó las elecciones del 24 de septiembre pero sin la mayoría necesaria y fracasó en su intento de negociar un acuerdo tripartito con los Liberales y los Verdes. De esa forma, la opción de la Gran Coalición es la más viable para salvar al país del desgobierno.
Por ello Merkel saludó hoy la decisión de los socialdemócratas y tras el congreso del SPD en Bonn se reunió de inmediato con las cúpulas de la CDU y su aliado bávaro CSU para preparar las negociaciones que se prevé arrancarán esta misma semana.
Este lunes la CDU y la CSU se reunirán para hablar de los procedimientos y próximamente se empezará a negociar. Merkel quiere hacerlo “rápidamente” y tener un acuerdo listo en el mes de febrero.
Sin embargo, nada asegura aún que todo termine bien tanto para la formación de gobierno como para el partido y el camino aún puede ser largo hasta que Alemania vuelva a tener gobierno: primero, porque tras el “sí” socialdemócrata quedan aún pendiente las negociaciones reales, que tendrían que culminar con éxito en un acuerdo de coalición real con el partido de Merkel.
Los socialdemócratas ya anotaron en el texto votado su intención de renegociar aspectos clave del acuerdo previo alcanzado el 12 de enero en temas de sanidad, refugiados y política laboral. Schulz quiere terminar con las “dos clases” de servicios médicos entre quienes tienen seguro público y privado de salud y limitar los contratos temporales, además de aflojar restricciones migratorias.
“No veo opciones”, dijo, sin embargo, el líder de la CSU bávara, Horst Seehofer. La propia Merkel también reiteró este día que el acuerdo del 12 de enero es la base sobre la que negocia.
Incluso en caso de un final exitoso, hay una nueva prueba de fuego para el SPD, que quiere someter al voto de las bases (nada menos que los 450 mil afiliados del partido), el acuerdo que se alcance. Y el apoyo no está asegurado: los sondeos proyectan una situación en la que gran parte de los votantes del partido se opone a un gobierno de coalición, aunque las principales cabezas visibles lo defiendan.
Sólo vencidos estos obstáculos Merkel podría comenzar su cuarto mandato y la tercera Gran Coalición en Alemania, algo que no ocurriría sino hasta dentro de unos meses.