Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que consideró "una fiesta de alegría y esperanza" para la Iglesia y el mundo.
"¡Qué bueno volver a encontrarnos y hacerlo en esta tierra que nos recibe con tanto color y calor!", destacó el Papa en su primer acto en el Campo Santa María la Antigua, en la cinta costera de la capital panameña, en el marco de la JMJ.
Destacó el sacrificio de muchos jóvenes que asisten a la reunión e hizo un reconocimiento a los jóvenes de comunidades indígenas, así como a los afrodescendientes.
"Venimos de culturas y pueblos diferentes. Hablamos lenguas diferentes, usamos ropas diferentes. Cada uno de nuestros pueblos ha vivido historias y circunstancias diferentes. ¡Cuántas cosas nos pueden diferenciar! Pero nada de eso impidió poder encontrarnos y sentirnos felices por estar aquí", apuntó el Pontífice.
Añadió que el padre de la mentira, el demonio, siempre prefiere un pueblo dividido y peleado, en vez de uno que aprende a trabajar junto, tras lo cual preguntó a los presentes si querían ser constructores de puentes o de muros.
En la parte final de su discurso, Francisco agradeció al arzobispo José Domingo Ulloa y su equipo "por ayudar a que Panamá hoy sea no solamente un canal que une mares, sino también un canal donde el sueño de Dios siga encontrando cauces para crecer y multiplicarse e irradiarse en todos los rincones de la Tierra".
El primer discurso del pontífice en la JMJ fue precedido por un recorrido en el papamóvil por la cinta costera, así como una sencilla ceremonia donde recibió algunos obsequios, como una estola confeccionada por artesanos de la etnia guna, entregada por el futbolista Felipe Baloy y el nadador César Barría.