La explosión ocurrió en la localidad de Sadiya, unos 140 kilómetros al noreste de Bagdad, es el más reciente dentro de la ola de ataques que asuela a Irak desde abril y que ha llevado la violencia a niveles nunca vistos desde que el país estuvo al filo de una guerra civil en 2005 y 2007.
Testigos dijeron a la policía que un hombre estacionó el camión en el mercado y pidió a los trabajadores que descargaran las verduras antes de irse.
Agentes policiales dijeron que 31 personas perdieron la vida y al menos 45 más resultaron heridas en este atentado.
Por otra parte, un atacante suicida hizo estallar los explosivos que llevaba al cinto en un puesto de control del ejército en la localidad de Taji, al norte de Bagdad. Seis soldados murieron y 12 resultaron heridos, dijeron un policía y un funcionario médico.
En el vecindario de Kasra, en el norte de Bagdad, una bomba colocada en el vehículo de un oficial del ejército mató al hijo del militar e hirió a cinco transeúntes civiles, informaron un policía y un funcionario médico. El oficial no se encontraba en el vehículo cuando ocurrió el estallido, según las autoridades.
En el vecindario de Bayaa, en el sureste de Bagdad, individuos armados atacaron un supermercado, donde mataron a los dos dueños del lugar que eran hermanos, dijo un funcionario de la policía y un funcionario médico.
Todas las fuentes solicitaron el anonimato porque no estaban autorizados a facilitar información a la prensa.
Los hechos de violencia del jueves siguieron a una oleada de atentados explosivos coordinados que azotó principalmente zonas comerciales chiíes en Bagdad y las afueras de la capital, con resultado de al menos 35 muertos y 120 heridos.
El jueves pasado, un atacante suicida embistió contra un grupo de chiítas en la aldea de al-Saadiyah que se había reunido para conmemorar la muerte en el siglo VII de un reverenciado personaje chiítas. El ataque mató por lo menos a 32 personas e hirió a 75.
Nadie se atribuyó la responsabilidad de los ataques, pero los atentados suicidas y los ataques explosivos de gran magnitud —especialmente contra las fuerzas de seguridad y concurridos mercados en áreas chiítas— son la táctica favorita de la rama de al-Qaida y la insurgencia suní. Los extremistas suníes consideran herejes a los chiítas.
Más de 5 mil 500 personas han perdido la vida en Irak en los hechos de violencia ocurridos en los últimos ocho meses, según Naciones Unidas.