Australia demandó a Japón ante la máxima instancia jurídica de la ONU para que resolviera las disputas entre ambas naciones con el objetivo de detener la pesca de ballenas en los helados mares del sur.
El panel de 16 jueces presidido por el eslovaco Peter Tomka indicó que el programa de Japón no pudo justificar la gran cantidad de ballenas enanas que desea cazar en su programa en la Antártica, de 850 por año. Tampoco pudo cazar las 50 ballenas jorobadas y 50 rorcuales que se planteó como objetivo. La decisión de los jueces fue por 12 votos a favor y 4 en contra.
Esos resultados generaron dudas sobre la afirmación japonesa de que pesca por propósitos científicos, dijo el magistrado.
“La evidencia no deja en claro que el diseño del programa y su puesta en marcha tiene una relación razonable con los objetivos descritos”, dijo Tomka.
La corte ordenó a Japón detener la entrega de permisos para cacería de ballenas hasta que el programa haya sido renovado.
El vocero del ministerio de Relaciones Exteriores de Japón, Noriyuki Shikata, dijo a periodistas que el país “lamenta y está profundamente decepcionado” por la decisión.
No obstante, “como estado respetamos el imperio de la ley y como miembro responsable de la comunidad global Japón obedecerá la orden de la corte”.
El veredicto es un gran triunfo para Australia y grupos ambientalistas que se oponen a la caza de ballenas por razones éticas, aunque eso no significa el fin de esta práctica.
El exministro de Medioambiente de Australia Peter Garrett, quien ayudó a presentar la demanda hace cuatro años, se sintió reivindicado por la decisión.
“Estoy absolutamente extasiado, por todas esas personas que querían ver que terminara el invento de cazar ballenas por motivos científicos”, dijo Garrett a la radio Australian Broadcasting Corp. “Sin duda pienso que con esto no veremos cazar ballenas en el Océano Antártico en nombre de la ciencia”.
Aunque la decisión es una victoria importante para Australia y los grupos ecologistas que se oponen a la caza de ballenas por razones éticas, esto no significa el fin de la práctica.
Japón tiene un segundo programa científico, aunque menor, en el norte del Océano Pacífico, el cual ahora podría estar sujeto a demandas. Por su parte, Noruega e Islandia rechazaron en 1986 una moratoria a la caza comercial de ballenas impuesta por la Comisión Ballenera Internacional.
El gobierno nipón ha dicho que la demanda australiana es un intento por cambiar sus normas culturales, equivalente a que los hindúes demanden que se deje de comer carne de vaca a nivel mundial.