Desempate histórico entre republicanos y demócratas

la democracia expresada con la mejor de las suertes.

En seis precintos la asignación de delegados a la convención demócrata de su condado (de los que se derivan los delegados estatales que integran los resultados finales) tuvo que ser definida con una moneda al aire luego de que por discrepancias en los conteos de participantes en esos caucus no hubo modo de decidir a quién le correspondía un delegado sobrante.

Y aunque el impacto de esas decisiones fue mínimo, lo curioso es que Clinton ganó en las seis ocasiones en las que se recurrió a la suerte, lo que le permitió añadir una fracción más a su cuenta de apoyos. A diferencia de los republicanos, el Partido Demócrata no reveló la cantidad de votos individuales que cada candidato recibió, sino su equivalencia en cantidad de delegados para la convención estatal que tal votación les otorga. Así, esos seis delegados de condado a la postre sólo habrían sido una fracción de punto porcentual en el resultado final, en el que Clinton se hizo de 700.59 ‘equivalentes a delegados estatales’, Sanders 696.82 y Martin O’Malley 7.61.

Pero eso no importó para que, como mostró Andrew Tadlock en su cuenta de Twitter, los simpatizantes de Clinton en uno de esos precintos de Iowa celebraran en grande haber acertado a la cara de la moneda, casi como si esa victoria hubiera sido ganada de un modo más esforzado y menos azaroso, o como si fuera un premio de la lotería.

Y hay quienes, como comentó Salon, hallaron difícil de creer que Clinton haya ganado limpiamente los seis lanzamientos de monedas (las probabilidades eran del 1.62%) y echaron también a volar las explicaciones conspirativas. La campaña de Sanders por ello habría pedido un recuento, en el entendido que esos delegados dejados al azar quizá habrían acercado, o puesto delante, a Sanders en la extraña carrera de las ‘equivalencias de delegados’.

En todo caso, para calcular el resultado final demócrata hace falta más que un lanzamiento de monedas o de dados, y se necesita una compleja aritmética: al final, Clinton logró una victoria mínima, o un virtual empate, con el 49.8% (23 delegados estatales) frente al 49.6% (21 delegados estatales) de Sanders.

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Luego del galimatías numérico, están las decepciones y los ridículos.

Para empezar, Martin O’Malley decidió que sus 7.61equivalencias y cero delegados finales no valían la pena y anunció la suspensión de su campaña. Y del lado republicano Mike Huckabee decidió que tras lograr solo el 1.8% de los votos no tenía sentido seguir y también suspendió su campaña.

Todo ello en el contexto de la otra gran contienda, en la que Donald Trump perdió el aura de ganador sobre la cual ha fincado toda su campaña al quedar segundo (24% y 7 delegados), detrás de Ted Cruz (28% y 8 delegados) y ligeramente arriba de Marco Rubio (23% y 7 delegados).

Ellos aún tienen mucho camino electoral por delante, pero otros no tuvieron la misma suerte.

Por ejemplo, basta con mirar la triste y vacía sala donde Carly Fiorina supuestamente iba a hablar con sus seguidores luego de que, como comentó el portal Gawker, logró apenas el 1.9% de los votos. La melancolía fue tanta que la campaña habría dado una explicación peregrina a la ausencia de la precandidata en ese desolado salón: ella prefirió irse de Iowa y tomar un avión para evitar una tormenta en ciernes que podría afectar el tráfico aéreo. Pero, según reportes, esa poderosa tormenta resultó  tan inexistente como las posibilidades de Fiorina en Iowa.

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