“Esa va a ser la tendencia en los próximos años, es decir, un crecimiento pequeño del uno por ciento o el dos por ciento”, dijo el director de Remesas y Desarrollo del centro de investigación Diálogo Interamericano, Manuel Orozco.
Explicó que el crecimiento poco sustancial de las transferencias de dinero se explica por la caída de la migración, así como por el incremento de las deportaciones y las aprehensiones en la frontera que impactaron a casi 700 mil mexicanos en 2013.
Un estudio realizado por Orozco indicó que hasta septiembre pasado el volumen anual de las remesas -asociado al monto promedio remitido por los inmigrantes hacia México- bajó 5.9 por ciento con respecto a 2012.
Sin embargo, durante el tercer trimestre de 2013 se registró un aumento en el volumen de envíos de dinero de 2.4 por ciento dando señales de un crecimiento que continuará hasta finales de este año.
En tanto, el número de transacciones a México se incrementó 2.0 por ciento durante el año y 6.5 por ciento sólo en el tercer trimestre.
“En ambos casos (volumen y número de transacciones), el crecimiento es muy pequeño y apunta a una baja continua de la migración proveniente de México”, remarcó Orozco.
La recesión económica de 2007 en Estados Unidos -en donde vive uno de cada 10 mexicanos- impactó también de manera negativa el número de personas que enviaban dinero, así como la cantidad y frecuencia de los giros monetarios.
Subrayó que la recuperación de la crisis económica ha sido muy lenta y en 2013, los inmigrantes aun tienen dificultades para enviar un promedio mayor de lo que enviaban en 2009.
“El promedio sigue siendo de unos 200 a 225 dólares por envío”, destacó el especialista.
Su “Estudio de inmigrantes mexicanos y centroamericanos” señaló que los inmigrantes mexicanos están enviando 9.0 por ciento menos dinero que en 2010 pero con mayor frecuencia, esto es, 13 transferencias en lugar de 12 giros al año.
Un análisis del Pew Research Center de datos del Banco Mundial destacó que el estimado de transferencias de inmigrantes mexicanos este año ascendería a 22 mil millones de dólares, 29 por ciento menos que en su punto más alto en 2006.
En tanto, para todos los países de América Latina de habla hispana, el estimado de remesas en 2013 es de 31.8 mil millones de dólares, ligeramente mayor que el máximo alcanzado en 2008.
Dicho informe apuntó que el desplome del mercado inmobiliario afectó a los inmigrantes mexicanos para los que la industria de la construcción representa una fuente primordial de empleo, así como la llamada migración “negativa”.
El impacto de las remesas en el Producto Interno Bruto (PIB) de México es “no significativo”, porque apenas representan 1.0 por ciento, a pesar de ser la tercera fuente de ingreso después de el turismo y el petróleo.
Sin embargo, las transferencias de dinero son una fuente de sustento de gran importancia para la población rural, porque la riqueza generada en una economía muy diversificada como la mexicana, no llega a ese sector, destacó Orozco.
Anotó que México es un país de 30 millones de hogares, de los cuales seis millones, casi 20 por ciento, reciben remesas que “no tienen un efecto sobre el PIB pero sí sobre el ingreso disponible de los hogares que se encuentran en sectores menos desarrollados”.
Orozco destacó que las remesas mejoran el nivel de vida de quienes las reciben y propician una mayor demanda de bienes y servicios, ahorro e inversión.
Indicó que los gobiernos pueden potenciar el efecto de las remesas en el desarrollo al promover el aumento en la oferta de productos nacionales como alimentos y un incremento en los servicios de educación y atención médica.
Asimismo puede pueden movilizar el ahorro, desde la educación financiera para que la gente tenga acceso a los bancos y deposite sus ahorros para una mejor administración de sus ingresos.
En tanto, en la inversión, la estrategia es fomentar el espíritu empresarial y a nivel de política de Estado “se deben aumentar los incentivos para que aumente la tasa crediticia en préstamos inmobiliarios o para la pequeña empresa”, enfatizó.
Señaló que los programas más exitosos son aquellos que se enfocan en la asesoría financiera de los receptores y movilizan el ahorro en el sistema financiero y destacó que a nivel del gobierno, México es el mejor caso en América Latina.
Explicó que su investigación en los estados mexicanos de Guerrero, Puebla, Michoacán y Oaxaca, en comunidades donde el ingreso per capita es de alrededor de cinco mil dólares anuales, el 50 por ciento de los que reciben remesas está ahorrando.
Apuntó como “significativo” que de esa población que se encuentra cerca de la línea de la pobreza, un alto porcentaje tenga ahorros y que estén creando un nivel de activos que calificó como “no pequeño”.
No sólo hay un aumento en la capacidad de ahorro en términos de la cantidad, sino también del número de personas que están ahorrando y eso tiene un efecto en la economía del país.
Sin embargo, indicó que hace falta aun movilizar ese dinero en el sistema financiero porque se trata esencialmente de un ahorro informal.