Dima Litvinov, sueco nacido en la Unión Soviética, cruzó la frontera con Finlandia tras recibir el sello de salida en su pasaporte. Otros 13 activistas han recibido el sello que les permite abandonar el país, informó Greenpeace, mientras que el resto pasaría por el mismo proceso el viernes.
"Ahora me voy a casa con mi cama, mi mujer, mis hijos y mi vida", dijo Dima en un comunicado. "Dejo Rusia sintiendo que hemos ganado algo aquí".
El trato de Rusia a los 30 activistas, que pasaron dos meses detenidos y enfrentaron a cargos de vandalismo punibles con siete años de cárcel, recibió fuertes críticas desde los países occidentales.
Su amnistía eliminó un punto de fricción en las relaciones de Moscú con Occidente, en una decisión que los críticos del Kremlin dicen que es una medida para mejorar la imagen rusa de cara a los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi en febrero.
Rusia dice que los activistas pusieron en peligro vidas y la propiedad en la protesta en la plataforma petrolífera Prirazlomnaya de la empresa Gazprom, en el Mar de Pechora, un elemento clave en los planes de desarrollo ruso en el Artico.
Greenpeace sostuvo que el abordaje de las autoridades rusas a su rompehielos tras la protesta fue ilegal y dijo que los activistas realizaron una manifestación pacífica.