“El aumento de los precios no se detiene”, constata el analista bursátil ruso Vladímir Ryabushko. “Las nuevas remesas de vehículos llegarán con nuevos precios. Para bien o para mal, no podemos evaluar ahora cuánto aumentarán. Diría que es mejor comprar un coche en estos momentos porque los precios aun subirán más”.
De hecho, la suma de Nissan, Renault y el ruso Avtovaz, que supone una alianza con el grupo franco-japonés, tienen una cuota de mercado del treinta y cinco por ciento. Los vehículos a los que se han incrementado los precios son los que se fabrican con más componentes importados. Y, a la suspensión de la venta de modelos, también se ha añadido el estadounidense General Motors.
Tras el llamado ‘martes negro’ en que el euro llegó a subir hasta los cien rublos y el dólar hasta los ochenta, el cambio se ha estabilizado en torno a setenta y cinco y sesenta rublos respectivamente. Pero esto también supone una devaluación de casi la mitad desde principios de año.
“Siempre hemos vivido con muchos problemas”, recuerda este ciudadano moscovita. “Comparado con lo que hemos pasado en los últimos veinticinco años, no es tan importante”.
“Las cosas van muy mal porque los aparatos electrónicos son ahora más caros”, explica este otro moscovita. “Quería comprarme algunas cosas, pero no puedo. Tendré que aguantarme”.
La crisis del sistema financiero ruso se asemeja cada vez más a una suspensión de pagos como en 1998, aunque ahora el banco central disponga de más reservas. Este viernes, el Parlamento aprobó una ayuda a los bancos de 13.300 millones de euros.