La delegación de empresarios más importante desde la revolución islámica en 1979, según responsables comerciales iraníes, ha desembarcado esta semana en Teherán de la mano de la patronal francesa.
Entre el centenar de dirigentes desplazados, se encuentran los de los fabricantes de vehículos Peugeot-Citröen y Renault, de las energéticas Total y Gas de France, así como de otros secotres aeronáuticos, ferroviarios, de la construcción o financieros como Airbus, Alstom, Thales, Vinci, Lafarge, Crédit Agricole, Societé Générale o BNP Paribas.
En el caso de las firmas automovilísticas, se trata de recuperar un mercado estratégico antes de que arreciara la crisis por el dossier nuclear iraní. Hasta febrero de 2012, por ejemplo, esta era el país donde Peugeot-Citröen exportaba más.
“Dada nuestra capacidad y la posibilidad de producir diferentes productos, invertir aquí es una buena oportunidad para los grandes fabricantes de coches”, aseguró Mohammad Reza Rajabali, un supervisor del constructor iraní Khodro. “Es una situación de ganador-ganador”.
Por su parte, las compañías energéticas esperan que dentro de un mes el Gobierno de Teherán presente un nuevo modelo de contratos petroleros. Para esta otra oportunidad, también pugnan las firmas Shell, BP, Lukoil, Eni o Repsol. Y, después, de la delegación