Aún así, el Banco Central Ruso ha inyectado en este año más de 50.000 millones de dólares, de ellos 11.000 en lo que va de octubre, para mantener el cambio, sin evitar con ello que el rublo haya cedido un 28% desde enero respecto al dólar.
No obstante, los analistas, que consideran que se trata de una intervención moderada, temen que si la tendencia se mantiene, se llegue a un punto sin retorno.
Así lo refleja Dmitry Polevoy, analoista para Eurasia de ING: “El único riesgo de esta política es que el cambio del rublo llegue a un nivel en el que dentro de la población aumente la demanda de forma significativa de moneda fuerte debido al pánico, e intente cambiar sus depósitos en rublos por depósitos en otras monedas, incluso en dólares. Si se da el caso, ese proceso será muy difícil de detener”.
De hecho, el Banco Central Ruso ha informado de que en agosto se multiplicó por cinco la demanda de dólares. Tras la caída del rublo se esconden varios factores: las sanciones por la crisis ucraniana, la caída del precio del petróleo o los embargos de Moscú a productos de la Unión Europea.