La falta de empleos, el bajo rendimiento de la parcela agrícola y la presión demográfica, son causas de la migración tanto temporal como permanente, de hombres y mujeres mazahuas hacia los centros urbanos, principalmente a las zonas metropolitanas de las ciudades de Toluca y México, donde son hostigados y humillados por las autoridades delegacionales.
Muchos de estos indígenas son hasta perseguidos por los cuerpos de seguridad pública, por vender sus productos artesanales en la vía pública. En ocasiones son encarcelados y hasta golpeados y los despojan de sus productos.
Y, es que la agricultura es la actividad económica fundamental de los mazahuas. Los cultivos más importantes son el maíz, maguey, frijol, trigo, haba, cebada, zacatón y algunos frutales como la manzana y la pera, pero no es suficiente para poder sobrevivir.
La producción de alimentos es insuficiente para la subsistencia, debido a la carencia de riego, la mala calidad de los suelos y su degradación, la falta de rotación de los cultivos y el uso inadecuado de fertilizantes, además de lo reducido de las parcelas.
Así, los alimentos son adquiridos con los ingresos provenientes de la venta de aguamiel, pulque, artesanías, resinas y sobre todo, con los del trabajo asalariado en lugares circunvecinos y en la ciudad de México.
La tenencia de la tierra varía dentro de la región. En algunos lugares predomina la propiedad privada, como es el caso del municipio Donato Guerra. Un jefe de familia puede tener una o varias fracciones de terreno, muchas veces alejadas unas de otras.
Por lo general, la propiedad se divide entre todos los hijos varones, con lo que aumenta el minifundismo, esto impide la mecanización agrícola y alienta la emigración.
En la organización social tradicional de las comunidades mazahuas, destacan las figuras vinculadas a sus prácticas religiosas, como los mayordomos, fiscales y mayordomitos, que son elegidos de acuerdo a sus costumbres y con la periodicidad que marca el cargo. Sus funciones, por lo general se refieren a la organización de sus ritos y festividades.
Otra característica importante la constituye la faena que es una forma de organización social para realizar trabajos de beneficio comunitario.
La unidad social entre ellos, los mazahuas la constituye la familia, que puede ser nuclear o extensa. Entre ellos un compromiso de matrimonio requiere de por lo menos tres visitas previas a la casa de la novia, por parte de la familia del novio.
El pueblo mazahua ha conservado sus expresiones culturales mediante la lengua, la tradición oral, la música, la danza y las artesanías; su forma de vestir, su visión del mundo y sus prácticas rituales y religiosas, las cuales han sido transmitidas de una generación a otra, y más recientemente en su Centro Ceremonial. La lengua materna constituye el principal vínculo de comunicación e identidad dentro de la familia y la comunidad.
Cada vez son más frecuentes los casos de niños que ya no aprenden o que ya no hablan su lengua materna.
El vestido de la mujer mazahua, constituye una preservación cultural, está compuesto de falda de manta blanca que remata con bordados de motivos zoomórficos o florales.
Sobre esa falda, usa otra de satín, de colores fuertes, como el amarillo, rosa mexicano, morado, verde, lila y azul rey. La mujer mazahua también utiliza una faja de lana muy larga, hecha a mano, que alcanza para darle varias vueltas a su cintura.
La blusa es del mismo material y color que los de la falda. El vestido se adorna con un collar de cuentas de papelillo, de numerosos hilos, cuyo color contrasta con el de aquél. El adorno se complementa con grandes arracadas de filigrana y con cintas que utiliza en sus trenzas, que pueden ser de color rojo, verde o guinda.