El déficit de empleo en México asciende a 34 millones de plazas. Frente a este panorama, 26 millones de personas se encuentran en la economía informal, sin seguridad laboral, horarios establecidos o garantía de pago y ocho millones buscan trabajo sin encontrarlo; la mayoría jóvenes con formación técnica o universitaria.
Un estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM, señala que entre 2006 y 2012, tres millones 411 mil mexicanos se sumaron a la informalidad y dos millones 137 mil al desempleo abierto, sin perspectivas positivas hasta agosto de este año.
En el próximo lustro, cinco millones de trabajadores no podrán ocuparse por el escaso crecimiento y desarrollo de la economía.
De 1987 a la fecha, los salarios perdieron el 79.14 por ciento de su valor. Entre diciembre de 2012 y el 15 de agosto de este año, la merma fue de casi 10 puntos porcentuales a causa de los incrementos en los precios de los productos que integran la Canasta Alimentaria Recomendable (CAR), reveló el Reporte de Investigación elaborado por David
Lozano, Luis Lozano, Javier Lozano, Irma Otero, Jaime Vázquez y David Moctezuma, integrantes del CAM, en su más reciente edición.
La CAR está ponderada para el consumo diario de una familia mexicana conformada por cuatro personas (dos adultos y dos jóvenes) y considera aspectos históricos, económicos y sociales, hábitos culturales, costumbres y de dieta. Fue definida en su metodología, estructura, ponderación y contenido por Abelardo Ávila Curiel, del Instituto Nacional de Nutrición “Salvador Zubirán”.
Los salarios mínimos solamente aumentaron 3.4 por ciento, en comparación con las alzas en gasolinas, gas doméstico, tarifas eléctricas, alimentos y al transporte público, que alcanzaron entre un 15 y 30 por ciento, precisan en el documento.
Hoy, 102 millones de mexicanos no tienen ingresos suficientes para comprar la Canasta Básica Constitucional Integral (CBCI), que considera necesidades de alimentación, vivienda, educación, transporte, salud, esparcimiento, cultura y acceso a servicios públicos de buena calidad, para garantizar que el trabajador y su familia tengan una vida plena y digna.
Actualmente, el costo por día de este conjunto de bienes y productos para cubrir los requerimientos que establece la Carta Magna, es de mil 42 pesos, lo que equivale a 16.04 salarios mínimos diarios. En comparación, en diciembre de 2012 fue de 940 pesos, 15.08 minisalarios.
“Si sólo consideráramos el consumo de la CAR para estos primeros ocho meses de 2013, no la pueden adquirir 33 millones de mexicanos, y 23 millones de personas no tienen ingresos para completarla”.
Las familias han dejado de comprar con la misma frecuencia, cantidad y calidad de alimentos como carne, leche, huevo y pan, entre otros. En el año 2000, un kilo de bistec costaba 25 pesos; en 2012, el producto se vendía en 110, lo que equivale a un incremento de 340 por ciento. Entre diciembre de 2012 y agosto de este año, el precio de la carne supera los 115 pesos, precisan.
Con un minisalario, sólo puede adquirirse el alimento dos días por semana, cuando el consumo por familia debería de ser diario, de acuerdo con la CAR.
Los académicos señalan que en los últimos 42 años, el gasto en programas de combate a la pobreza a nivel federal y de los gobiernos locales y municipales aumentó en términos absolutos 96 por ciento.
Mediciones internacionales refieren que la clase baja en el país es superior a 76 millones de personas, cifra que ejemplifica que México es un país con una enorme desigualdad en la distribución de la riqueza. Tan sólo 60 por ciento de la población se encuentra en el sector informal y no puede ser considerado de clase media.
Los estándares de la Organización de Naciones Unidas y del Fondo Monetario Internacional indican que, para considerar a un ciudadano parte de este estrato socioeconómico, debe tener un ingreso que cubra el 80 por ciento de sus necesidades. En México, sólo 14.6 por ciento de la población cubre este perfil, concluyeron.