Hasta el momento el paso de los ciclones tropicales Ingrid y Manuel por el territorio nacional han dejado- según el gobierno federal- hasta el momento 147 decesos, 18 estados declarados como zona de desastre, ocho con severas afectaciones y 60 mil personas evacuadas, por lo que El Punto Crítico le da a conocer cómo actúan estas fuerzas de la naturaleza para que usted en un futuro pueda salvar su vida.
Según las estipulaciones de la Organización Meteorológica Mundial con sus siglas en inglés (WMO) la depresión, tormenta tropical y huracán forman parte del ciclón tropical que es un sistema de tormentas caracterizado por un centro de baja presión en cuyo alrededor se forman fuertes vientos y constantes lluvias.
El “ciclón tropical” se conforma en tres etapas distintas desde su nacimiento hasta su desvanecimiento con la finalidad de medir su fuerza y poder de destrucción, por lo que así autoridades y científicos saben cómo reaccionar ante este tipo de contingencia.
La primera etapa es la depresión tropical cuyo viento máximo es de 62 km por hora o inferior, mientras se considera tormenta tropical cuando es de 63 a 117 km /h, mientras huracán que es cuando excede los 118 km/ h.
Una de las diferencias principales entre los tres tipos de ciclones tropicales es su organización, por lo que la depresión tropical agrupa nubosidad y lluvia pero desde el espacio el fenómeno meteorológico no tiene tamaño ni forma.
En cambio, la tormenta tropical es un sistema atmosférico con una mejor estructura, con bandas espiraladas convergentes hacia el centro del sistema, por lo que sus vientos pueden ser destructivos a pequeña escala.
Finalmente, el huracán es un sistema totalmente organizado en toda la tropósfera con bandas espiraladas de lluvia bien delimitadas, es decir, es la imagen tradicional de este tipo de tormentas.
En relación al huracán, este nombre es usado comúnmente en el hemisferio occidental se debe a que los Mayas le llamaban a este tipo de tormentas “hurakan”, refiriéndose a su dios creador cuando lanzaba su aliento sobre la tranquila mar.
En cambio, en el mundo oriental el nombre cambia, siendo conocido como “tifón” quién era el némesis del dios Zeus, por lo que intentó matarle haciendo temblar la tierra y alterar el mar; sin embargo fue vencido.
Sin embargo los centros meteorológicos y los científicos especialistas en el tema utilizan la escala Saffir-Simpson que define la categoría de un huracán de manera específica, con la finalidad de evitar desastres.
Dicha escala se divide en cinco puntos, la uno se refiere de 119 a 153 km/ hr, dos a 154 a 177 km/hr, tres de 178 a 209 km/hr, cuatro de 210 a 250 km/ hr y la estapa cinco a los huracanes con velocidades de vientos mayores a 250 km/hr.
En cambio las listas de los nombres de los huracanes se definen a los largo de la temporada en que se formen, repitiéndose las listas cada seis años, mismas incluyen un nombre por cada letra del alfabeto y alternan nombres masculinos con femeninos. El uso de este procedimiento se debe a la precisión y facilidad que supone para la comunicación escrita y hablada el usar nombres de personas en lugar de otras denominaciones que se utilizaban antes.
A finales del siglo XIX, el meteorólogo australiano Clement L. Wragge fue el primero en referirse a huracanes utilizando nombres propios de mujeres. Para ello se servía de nombres bíblicos. Ya en 1953, en los Estados Unidos se decidió identificar a las tormentas con nombres de mujer. Con ello se abandonaba la tradición de nombrarlas mediante el alfabeto fonético. Más tarde, en 1978, comenzaron a incluirse también nombres de hombres a las tormentas del Pacífico Norte Oriental. La unificación vendría cuando un año más tarde, la Organización Meteorológica Mundial y el Servicio Meteorológico de Estados Unidos, decidieron alternar nombres de hombres y mujeres para el nombramiento de tormentas. Cada zona del planeta que sufre huracanes, ciclones o tormentas tropicales tiene su propia lista de nombres.
En algunas ocasiones, cuando un huracán resulta especialmente destructivo, su nombre es retirado y sustituido en la lista por uno que empieza por la misma letra. Cualquier país que se vea gravemente afectado por un huracán tiene la posibilidad de solicitar la retirada de su nombre. De esa forma, ese nombre no podrá ser utilizado durante al menos los 10 años siguientes para evitar confusiones.