En materia de energía México atrapado en el pasado

POL NAL1-ban

 

Pese a formar parte de Norteamérica, México se ha mantenido ajeno a la nueva revolución energética. Al norte del río Bravo, el potencial de hidrocarburos se materializa en prosperidad, competitividad y crecimiento económico.

Pese a compartir muchas formaciones geológicas con EUA (por ejemplo, las formaciones de lutitas de Texas y del noreste de México) nuestro país podría beneficiarse de este fenómeno, explotando sus propios recursos. Pero la actual legislación impide alianzas estratégicas y otras acciones que frenan su desarrollo como país petrolero.

De acuerdo con el estudio Nos cambiaron el mapa: México ante la revolución energética del siglo XXI, realizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), el modelo del sector de hidrocarburos de nuestro país impone serias restricciones al desarrollo de su potencial de hidrocarburos. Ni Pemex ni ninguna otra empresa estatal puede explotar, por sí sola y sin la posibilidad de asociarse con otros operadores, las oportunidades de recursos convencionales y no convencionales (como el aceite y gas de lutitas) con que cuenta el país.

Las limitaciones de este modelo son evidentes al contrastar la capacidad de México y de EUA para desarrollar sus recursos de petróleo y gas.

El texto indica que México también podría beneficiarse de la revolución energética en Norteamérica si se integrara física y comercialmente al mercado energético de la región. Ello requeriría el desarrollo de una extensa infraestructura de ductos para el transporte y distribución de este gas. También implicaría liberalizar el mercado de energéticos –es decir, eliminar los controles oficiales de precios.

De este modo, las empresas mexicanas podrían importar gas de donde quisieran. En otras palabras, se garantizaría el suministro a precios competitivos.

LECCIONES DEL RESTO DEL MUNDO

Alrededor del mundo existe una amplia diversidad de sectores nacionales de hidrocarburos, con estructuras industriales y marcos institucionales que responden a cada contexto geológico, político e histórico.

El texto indica que examinan las experiencias de seis países relevantes para el caso mexicano: Arabia Saudita, Cuba, Brasil, Colombia, Noruega y Canadá. Todos ellos han reformado sus sectores de hidrocarburos con la finalidad de hacerlos más flexibles y pragmáticos para alcanzar objetivos como la maximización de la renta petrolera.

“Sus gobiernos han creado marcos institucionales para atraer inversión privada o extranjera en diversas actividades de la cadena de valor. Para los países que cuentan con un operador estatal, como es el caso de México, el modelo noruego es probablemente el más relevante y el que ofrece más lecciones. En Noruega, el Estado maximiza eficazmente la renta petrolera a través tanto del operador estatal (Statoil) como de otros operadores privados e internacionales”, indica IMCO en su trabajo.

Ello no implica de ninguna manera que el Estado noruego haya cedido la rectoría sobre sus recursos, ni mucho menos que haya privatizado los hidrocarburos (que en

NORUEGA, COMO EN MÉXICO, (SON DE LA NACIÓN)

La clave del sistema noruego es un marco regulatorio eficaz y robusto. El Directorado Noruego del Petróleo es el órgano regulador que optimiza la forma en que se explotan los hidrocarburos. Por otra parte, el marco fiscal del sector es flexible: las tasas impositivas se ajustan a los niveles de riesgo y de rentabilidad de cada proyecto. De este modo, el Estado asegura la captura la renta petrolera por encima de un margen de rentabilidad para los operadores (a fin de que éstos tengan incentivos para invertir y producir).

El modelo noruego también ha enfatizado objetivos como la transferencia de tecnología y el desarrollo de capacidades locales. De este modo, aun cuando Noruega agote sus reservas de petróleo y gas, sus empresas continuarán generando valor en todo el mundo, beneficiando a la economía nacional y fortaleciendo las finanzas públicas. Otro aspecto ejemplar es la visión de largo plazo con que manejan su renta petrolera. Los ingresos petroleros (sin contar los impuestos ordinarios) son invertidos en el Fondo Global de Pensiones Gubernamentales.

La idea del fondo es financiar las pensiones de los ciudadanos noruegos de las generaciones presentes y futuras. De este modo, el fondo transforma la riqueza de recursos naturales no renovables (como el petróleo) en activos de carácter transgeneracional.

El modelo noruego (en particular su marco regulatorio) ha sido emulado por países como Colombia o Brasil, cuyas experiencias también son analizadas en este capítulo. Estos países sudamericanos también cuentan con sectores abiertos dominados por una empresa estatal, aunque en Brasil la apertura del sector ha sido parcialmente revertida en años recientes.

Cuba es otro ejemplo interesante: el pragmatismo y la flexibilidad de su sector energético contrastan con la doctrina comunista y nacionalista del régimen político. En Cuba, operadores extranjeros participan en la exploración y producción de petróleo a través de contratos de riesgo con el operador estatal Cupet.

Sin embargo, el sector cubano no cuenta con un marco regulatorio transparente y robusto, y sus niveles de producción son muy modestos.

Finalmente, los casos de Canadá y Arabia Saudita son importantes por tratarse de dos gigantes energéticos con modelos exitosos pero muy distintos en cuanto a diseño institucional y grado de apertura.

Canadá cuenta con un sector totalmente abierto, sin operadores estatales, en el cual son principalmente las provincias (y no el gobierno nacional) quienes determinan el modo en que se explotan los recursos. En general, el marco regulatorio y fiscal del sector incentiva la innovación y la inversión al mismo tiempo que le permite al Estado capturar la renta petrolera. Canadá cuenta con abundantes recursos no convencionales (en particular, arenas bituminosas en la provincia de Alberta) cuyo desarrollo requiere inversiones cuantiosas y niveles muy altos de tecnología y de capital humano.

En contraste, Arabia Saudita cuenta con un sector dominado por una sola empresa –Saudi Aramco- que detenta un monopolio en el upstream (exploración y producción). En este sentido, Arabia Saudita es similar a México. Sin embargo, hay dos diferencias cruciales entre el sector saudí y el mexicano: una, que la nación árabe aún cuenta con mucho petróleo fácil, mientras que México estará obligado a atraer niveles muy altos de inversión y de talento si pretende desarrollar con éxito su petróleo difícil (recursos no convencionales).

El estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad Saudi Aramco puede explotar sus recursos convencionales sin otras empresas, pero éste no es el caso de Pemex en relación a los recursos no convencionales.

Pemex no cuenta con la tecnología para desarrollar estos recursos de manera rentable. Además en estos proyectos el rendimiento económico es menor que en los recursos convencionales, por lo que son un negocio de muchos operadores ya que por su escala no es rentable para los grandes operadores. La otra diferencia está en que en Arabia Saudita todo el downstream está abierto a la inversión privada, tanto a través de proyectos conjuntos (petroquímica y refinación) como de manera independiente (comercialización de combustibles y productos refinados).

En México, el downstream permanece cerrado a la inversión privada. Atrapados en el pasado: el sector de hidrocarburos en México Dos características definen al sector mexicano de hidrocarburos. El primero es su gran potencial: México cuenta con reservas totales (3P) de 43.8 miles de millones de barriles de petróleo crudo equivalente. El país ocupa la cuarta posición mundial por sus recursos prospectivos de lutitas, según la EIA. México comparte muchas formaciones geológicas ricas en hidrocarburos con EUA.

La segunda característica es que en la última década, lejos de desarrollar el potencial, se ha experimentado un marcado deterioro en los niveles de producción y de incorporación de reservas probadas (1P). Mientras que en Canadá y EUA la producción de petróleo y gas ha aumentado sostenidamente, en México ha disminuido. Esta crisis es el resultado de un modelo de sector anacrónico, que le impide al país atraer la inversión, la tecnología y el conocimiento necesarios para explotar sus oportunidades.

Follow Us on Social

Most Read