México se dirige a “una hecatombe” si el gobierno y los empresarios del país persisten en un modelo económico que privilegia las ganancias “obscenas” de un número de personas cada vez menor y un ingreso salarial crecientemente exiguo para millones de trabajadores, muchos de ellos incapaces de acceder a la canasta básica, advirtieron por separado los economistas Ana María Aragonés y Jonathan Heath.
En diálogo con El Punto Crítico, Heath, un economista experto con más de 30 años de trayectoria profesional y reconocimiento internacional, rechazó que un aumento al salario mínimo resulte “ inflacionario”, como argumentan algunos sectores empresariales del país y funcionarios del gobierno.
“No creo que resulte inflacionario” un aumento al salario mínimo, menos aún si se crea la denominada unidad económica especial para el pago de multas o hipotecas, que la desligaría de la base salarial mínima. “No debería impactar”, ratificó Heath
Por el contrario, añade, un incremento al salario mínimo “es justo” en un país como México donde el fenómeno de la informalidad económica registra una tendencia creciente y el salario mínimo es más bien una referencia.
Heath pone en claro sin embargo que la pobreza en México está más bien asociada a la “baja productividad”, antes que al nivel de los salarios mínimos, o un aumento recién propuesto de 2.81 pesos por día.
Niega además que detrás de la decisión de subir el salario mínimo apenas 2.81 pesos esté una política deliberada en contra de los asalariados del país.
Afirma que el salario mínimo de hecho dejó de cumplir su función, en particular luego de una época en la que este indicador creció en forma acelerada en el país, pero ahora “es casi irrelevante en el sector formal” de la economía.
Heath considera además que el alza salarial propuesta es sólo temporal y llama a atender la propuesta del gobierno de la ciudad de México para incrementar los haberes de los trabajadores en la escala más baja del mercado laboral mexicano.
“Es importante tomar en cuenta la propuesta” del jefe del gobierno de la capital mexicana, Miguel Ángel Mancera, considera. “Hay que estar atentos”, insiste el economista.
Defienden ganancias “obscenas”
Con el coincide la investigadora y maestra de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Ana María Aragonés, en el sentido de que un alza al salario mínimo está lejos de ser inflacionaria, menos aún en un país donde más de 50 millones de personas viven en pobreza y al menos el 40% de éstas son incapaces de acceder a la canasta básica.
Aragonés cita de hecho al economista estadounidense, Robert Reich, quien determinó que un alza al mínimo apenas tiene un efecto inflacionario. De hecho, cita que Reich estimó entre 0,4 y 0,9 % el impacto inflacionario derivada de un alza salarial mínima.
El argumento inflacionario para oponer aumentos al salario mínimo, según la entrevistada, es más bien parte del credo neoliberal y de los empresarios que pretenden mantener ganancias “obscenas”.
Aragonés hace ver que México es un país absolutamente desigual, con más de 60 millones de pobres y un hombre como Carlos Slim que destaca como el más rico del mundo.
México se enfrenta a “un capitalismo salvaje”, donde hay un escaso mercado interno como consecuencia de que el 40% de los más pobres del país carecen de la capacidad para comprar “la canasta básica”.
Con base en documentos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Aragonés refiere que los salarios mínimos mexicanos clasifican entre “los más bajos” de América Latina.
En México, señala esta investigadora de la UNAM, los acuerdos sobre los salarios mínimos los hacen los empresarios, que quieren mantener sus ganancias “obscenas”, el gobierno de inspiración neoliberal, y los líderes sindicales, unos verdaderos “charros”.
En consecuencia, “México está entre los países más desiguales del mundo” y ese el principal problema, apunta, quien también coincide con Heath al señalar que es conveniente atender la propuesta del gobierno de la capital mexicana para elevar los salarios mínimos.
Poco crecimiento
Destaca con cifras en la mano que la productividad en México creció 15% entre 1998 y 2014, pese a un salario estancado y un crecimiento económico débil, muy por debajo de lo que ocurrió en otros tiempos.
Aragonés recuerda que entre 1952 y los años 60´s, los salarios mínimos crecieron 10,8%, contra un 4,5% de crecimiento entre los 60 y los 70s.
“Eso permitió un crecimiento de 6%, antes de experimentar un decrecimiento de menos 0,3% en la década de los 80 en coincidencia con el problema de la deuda.
Más tarde, en la década de los 90´s, los salarios mínimos en México sufrieron un decrecimiento de 3,2%, lo que configuró un escenario nacional “terrible”.
A la fecha, apuntó la investigadora, se requerirían salarios mínimos tres veces más altos de los que imperan en el país para que las personas tengan acceso a la canasta básica.
Censuró las políticas deliberadas de los empresarios y los gobiernos de turno en contra de los asalariados. “Por eso hay una tremenda desigualdad y por eso México aparece como el país más desigual” de América Latina, por encima incluso de naciones como Honduras o Nicaragua.
Insistió en que las ganancias de los empresarios mexicanos “son obscenas”, más aún en un país con más de 50 millones de pobres y unos cuantos “ricachones”.
En consecuencia, alerta Aragonés, México “no es un país viable”, pues primero hay que garantizar salarios con poder adquisitivo, salud y comida suficientes.
Cita como ejemplos los casos de Brasil, Uruguay, y aún Ecuador, que han modificado el modelo económico con mejores resultados para su población.
En México, advierte, la persistencia de un modelo neoliberal puede conducir “a un desastre”, a una “hecatombe”.