El domingo 14 de septiembre de este año el meteoro alcanzó la categoría 4 y tocó tierra en la península de Baja California destrozando todo lo que encontró a su paso, por lo que días después la Secretaría de Gobernación (Segob) declaró zona de desastre natural en el estado.
Inmediatamente después se iniciaron los trabajos para la recuperación en la entidad con el apoyo de los tres órdenes de gobierno, así como de la solidaridad de otros estados del país. Por ello se pudo ofrecer a los damnificados de forma paulatina los servicios públicos, agua potable, alimento, telefonía e Internet.
Por su parte la Cruz Roja Mexicana reportó que acopió 620 mil 286 kilogramos de ayuda humanitaria en los centros instalados en Jalisco, Nayarit, Sinaloa, Sonora, Estado de México, Baja California, Tabasco y su sede nacional en el Distrito Federal, para apoyar a la población afectada.
Ante el caos se iniciaron programas para su reparación como el que anunció en su momento el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo Villarreal, quien dijo que la estrategia para reactivar la economía de Baja California Sur era a través de créditos y apoyos económicos para grandes y pequeñas empresas.
Los programas permitieron la operación normal del sector comercio y servicios; el financiamiento para grandes empresas y pequeñas negocios; el pago de primas por parte de las aseguradoras para dar liquidez a las empresas; facilidades para el cumplimiento de las obligaciones fiscales y la implementación de un programa de empleo temporal.
Esta condición ayudó de manera importante para que Baja California Sur recuperara el primer lugar de crecimiento económico a nivel nacional obtenido en el 2013, condición que mantenía hasta antes de Odile y sigue posicionado como uno de los destinos turísticos del país más visitados por locales y extranjeros.
El comité de daños del Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden) reportó que Odile dejó en el estado daños por siete mil 863 millones 432 mil pesos en infraestructura urbana y social en los cinco municipios del estado.
Las estimaciones de la intensidad de los vientos provocados por este fenómeno fueron de 205 kilómetros por hora y rachas de 250, por lo que los cortes de energía eléctrica se realizaron para evitar riesgos, así como el cierre de puertos y aeropuertos en los municipios de La Paz y Los Cabos.
Después de esta catástrofe, las autoridades reportaron los decesos del mexicano Juan Francisco Ponce, de los británicos Paul Whitehouse y Simone Wood, asimismo de los coreanos Chai Sung Keun y Kyoug Jin Park.
Gran parte de los daños se registraron en la zona comercial y habitacional de Los Cabos y La Paz, así como de Loreto, Mulegé y Comondú, los otros tres municipios de la entidad.
Los días siguientes fueron de angustia para residentes y turistas asentados en el estado, pues el panorama no era nada halagador, ya que el fenómeno meteorológico dejó graves daños materiales en hoteles, hogares, comercios e infraestructura pública.
Ante esta situación aparecieron los saqueos en supermercados, tiendas comerciales y hogares por parte de los afectados, esto sin que el estatus social de la gente, sexo, escolaridad y edad importaran.
A la par de esto y con los comercios devastados, los visitantes que se encontraban en Los Cabos y La Paz empezaron a ser evacuados a otras ciudades, en esta labor cooperó el Ejército Mexicano para realizar el puente aéreo, con el que se logró sacar a los casi 20 mil turistas que permanecían varados.
El Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese) lo calificó como el huracán más intenso que tocó la península.
Sin embargo, a poco más de tres meses del impacto de este huracán, la entidad ha mostrado signos importantes de una plena recuperación, ya que en el caso de Los Cabos se ha renovado y consolidado nuevamente como uno de los más importantes del país y el mejor del pacifico mexicano.