La organizaciones World Vision, Save the Children y Child Fund, hacen un llamado de carácter urgente para combatir la violencia infantil y juvenil, sumado a los terribles actos ocurridos en la ciudad de Monterrey, Nuevo León. Conductas como la ocurrida el pasado 18
de enero de 2017 en Monterrey, nos alarman, nos hacen frenar y reflexionar, ¿Hacia dónde vamos? ¿Hacia dónde queremos ir?
Ciertamente la realidad de nuestro país nos muestra el panorama de crisis social, de desfragmentación del tejido social, de la ausencia de condiciones de protección para niñas y niños mexicanos.
En un contexto donde México es uno de los cuatro países que se sumaron de manera activa y propositiva como país pionero para implementar acciones en el marco de la Alianza Global para Poner Fin a la Violencia Contra Niños, Niñas y Adolescentes y como organizaciones internacionales que abogamos, defendemos y promovemos los derechos de la infancia, exhortamos al estado mexicano a crear condiciones estructurales inmediatas y duraderas que pongan término a todo tipo de manifestación de violencia hacia la población infantil y adolescente de nuestro país.
“Detrás de estos lamentables hechos, se da también una creciente desesperanza en la infancia que viene acompañada de una pérdida del sentido de la vida” señalaron representantes de las ONG.
Una violencia sorda y sistemática que les toca permanentemente a los niños en todos los espacios que deberían protegerlos: la sociedad, la escuela, la familia, la comunidad.
Una actitud insensible y negligente de los responsables de su protección que siguen ignorando las consecuencias en el plazo ya no futuro, sino que inmediato: abandono escolar, conductas imitativas, acoso entre compañeros, aislamiento y falta de sentido de pertenencia, desinterés, apatía, trastornos del desarrollo y una lista larga de situaciones que deberían preocuparnos a todos los que estamos convencidos de que la violencia infantil es inadmisible y que sus daños son graves e irreversibles.
“Es urgente, si queremos rescatarnos como una sociedad viable, justa, humana, que pongamos a la infancia en el centro de todos los propósitos y esfuerzos políticos y privados. Estamos seguros que si niñas, niños y adolescentes están bien, la sociedad y el país estarán bien” señalaron en conjunto representantes de las organizaciones civiles.
Como sociedad y como gobierno debemos encarar la situación y comprender que tenemos un rezago muy significativo en relación a contar con un estado que garantiza el pleno derecho de niños y niñas y su protección.
Como país, no conocemos ni siquiera aproximadamente la dimensión de las prácticas intolerables que viven niñas, niños y adolescentes de manera cotidiana; ¿cuántos casos de explotación, de violencia, de abuso, de abandono, de daño autoinflinjido se verifican todos los días sin mecanismos de atención, asistencia, reparación del daño?
Hay niñas, niños y adolescentes que ejercen una violencia terrible contra sí mismos o contra sus pares porque no sabemos escucharlos, no los atendemos, no los respetamos, no les damos la oportunidad de participar en las decisiones que les afectan porque creemos que son “menores”, porque su vida les pertenece al “futuro”.
La buena noticia es que el futuro de niños y adolescentes ya nos alcanzó, y es hoy. Hoy es cuando como sociedad tenemos que actuar y cambiar conductas que ya han demostrado que no hacen mejor la vida de niñas y niños.
Tenemos las peores características de una sociedad patriarcal y autoritaria lo cual –entre otros- nos llevó por el camino de la violencia, de la desarticulación de normas y valores que fomentan la armonía social. En la medida que estos rezagos permanezcan nuestra posibilidad de supervivencia como sociedad empeoran.
Vivimos en un país generoso, como ha sido en muchas condiciones, tenemos todas las posibilidades de retomar nuestra esencia, nuestros valores y para ello, debemos actuar con atención, con responsabilidad, altura de miras, apertura, sensibilidad, empatía, compasión y decencia.
Desde nuestras Organizaciones de la Sociedad Civil pedimos que se abran espacios de reflexión profunda y crítica de nuestra realidad, con el fin de definir juntos acciones prioritarias para asegurar avances en la protección integral de los niños niñas y adolecentes. Tales encuentros permitirán accelerar las acciones desde un plan integral multisectorial que aproveche las sinergias y así permita que todos los niños, niñas y adolescentes de este país vivan con dignidad y respeto de sus garantías fundamentales.