Científicos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) mejoraron la efectividad de bioinsectisidas en el sector agrícola al usar el almidón obtenido del amaranto.
El objetivo de esta investigación fue desarrollar un material para proteger a este bioinsectisida de diversos factores ambientales adversos y que pudiera adherirse mejor a las diversas partes de las plantas, informó el organismo público.
Investigadores de las unidades Irapuato, Querétaro y Zacatenco, usan los almidones para encapsular esporas y cristales de una bacteria llamada Bacillus thuringiensis, que actualmente es el más comercial.
Fernando Martínez Bustos, científico de Querétaro, explicó que la durabilidad de esta bacteria, que se emplea desde hace varios años en el campo, está limitada porque depende de las condiciones climatológicas y de su exposición a los rayos solares.
En ese sentido, especificó que el almidón, agente encapsulante que mide entre una y tres micras, se modificó químicamente para hacer al bioinsectisida repelente al agua, protegerlo y otorgarle mayor durabilidad en el ambiente.
A través del agua o humedad en el medio, las microcápsulas de almidón liberan a la bacteria, cuyo componente activo tóxico después de ser ingerido por insectos en estado larvario perforan su intestino y provocan la muerte de la plaga.
Jorge Ibarra Rendón, investigador de Irapuato, realizó con éxito las pruebas de laboratorio y comentó que la formulación de Bacillus thuringiensis después se aplicará al campo para conocer su comportamiento.
“El análisis consistió en exponer el bioinsectisida con muestras de larvas de un insecto llamado gusano de cuerno del tabaco, donde se pudo comprobar que la toxicidad de la bacteria continuaba siendo letal para la plaga, es decir que no perdía efectividad al estar encapsulada con el almidón del amaranto”, abundó.
Tras aplicarlo con larvas de gusano de tabaco, que afectan a productos agrícolas como tomates o papas, los científicos infieren que el efecto del bioinsectisida se puede replicar a otros organismos nocivos por lo que realizarán pruebas de campo y posteriormente promover la transferencia de tecnología.
En la investigación también participó Josefina Barrera Cortés, del Departamento de Biotecnología del Cinvestav, quien estuvo encargada de proveer el componente activo de la microcápsula: el complejo esporas-cristales del Bacillus.