Recientemente note entre las informaciones de diarios internacionales que millares de personas se encontraban manifestándose contra el fracking.
Ya en otros momentos había escuchado esta palabra y dado que cada vez comienza a ser sonada en mayor medida busque de qué se trataba y lo que encontré es que es una técnica que hace uso del agua a presión para localizar hidrocarburos.
Con el fracking o fracturación hidráulica resulta que, quienes tienen el interés de encontrar más gas y petróleo, inyectan al subsuelo diversos elementos a presión para lograr hacer más grandes las fracturas entre las rocas y así facilitar la salida de los hidrocarburos. El agua es lo que más utilizan pero arena y otros químicos también figuran entre lo que introducen.
En 1949 fue cuando la firma Stanolind Oil hizo uso del agua, arena y hasta 500 químicos en los trabajos para la extracción para evitar que cuando finalizara el bombeo, las fracturas se cerraran. En el año 2002 se vislumbra la utilización del agua tratada con otros aditivos.
El gas que se busca es el esquisto, aquel natural que se encuentra atrapado entre las rocas hasta a cinco mil metros de profundidad.
Una de las causas que lleva a los grupos de personas a movilizarse en contra de esta técnica, es que sus repercusiones en el medio ambiente son diversas y nocivas. Durante la fracturación de las rocas existen fugas que contaminan el entorno y la cantidad de agua que se usa, y que además, termina contaminada por el contacto con las sustancias toxicas es elevadísima.
Con el fracking, salen a la atmosfera diferentes contaminantes, se intoxican los acuíferos y las aguas superficiales por la salida de los gases y por el uso de químicos, se desequilibra el ecosistema que prevalece en la zona, se contamina el aire y los suelos, y por si fuera poco, la salud de las personas se ve dañada. De hecho, hay quienes se han pronunciado en contra debido a que con la inyección de fluidos a alta presión podrían incrementarse movimientos sísmicos.