Mientras las universidades privadas no tengan un fuerte componente de investigación, la ciencia mexicana no podrá crecer mucho más, advirtió Jorge Flores Valdés, investigador emérito del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), durante la mesa redonda Educación y Ciencia, que se llevó ayer dentro del simposio “Diálogos por la Educación”,
organizado por El Colegio Nacional.
“Tienen que ser las universidades privadas las que definan su vocación científica, deben tener laboratorios, hacer investigación en humanidades, conjuntamente con otros muchos aspectos, para poder preparar mejor a los profesionistas y empresarios que exige y necesita la sociedad”, comentó el Premio Nacional de Ciencias y Artes 1994 en el área de ciencias físico-matemáticas y naturales.
Además de que las universidades privadas hagan un mayor esfuerzo por contribuir al desarrollo científico y tecnológico mexicano, el excoordinador general del Consejo Consultivo de Ciencias señaló que una reforma educativa, además de mejorar la calidad de la educación, debería hacer apetecible la educación en matemáticas.
“Pongamos mucho énfasis en recrear el mundo de las matemáticas, en orientar a los maestros que van finalmente a transmitir este conocimiento, esta forma de jugar con el pensamiento”, comentó el exdirector del Museo de las Ciencias Universum.
El doctor en física agregó que desde 1999, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) “no crea un nuevo centro de investigación científica, lo que se han hecho son sucursales de los centros que ya se tenían antes, que son 27 por ciento, y que significan una parte importante de la producción de publicaciones científicas y tecnológicas”.
Durante su participación, Jaime Urrutia Fucugauchi, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias –institución que forma parte de la mesa directiva del Foro Consultivo Científico y Tecnológico- dijo que las naciones que tienen sistemas educativos de calidad, son las que pueden insertarse en la generación de nuevo conocimiento científico y tecnológico, y gozar de mejores capacidades industriales.
“La brecha cada vez es más grande entre saber, crear y generar conocimiento. Alrededor del 80 por ciento de la población mundial está sin poder contribuir a esta nueva sociedad del conocimiento, estamos relegados a ser usuarios y en muchos países, dadas las capacidades locales, ni siquiera se pueden usar algunas de estas nuevas innovaciones. El reto para las naciones es sencillo: Se tiene que construir un sistema educativo de calidad, con infraestructura y capacidades, y para ello se requiere inversión económica, pero lo más importante es que se tengan niños y jóvenes con una preparación adecuada que les permita insertarse en el desarrollo actual de las sociedades.
“La inversión realizada en ciencia y tecnología en América Latina es baja en todo el contiene. México, Brasil, Argentina y Chile llevan la mayor inversión, lo cual se refleja en la publicación de artículos científicos en revistas internacionales (…) La diferencia empezará a darse cuando el gobierno no sea el órgano que haga la mayor inversión, la iniciativa privada tiene que tener una mayor participación, como lo hace Japón, cuyo sector privado invierte 80 por ciento, por lo tanto, la mayor tarea es incentivar al sector productivo”, indicó Urrutia Fucugauchi, miembro de El Colegio Nacional.
Durante la mesa de diálogo Educación y Ciencia, Eduardo Backhoff Escudero, consejero de la Junta de Gobierno del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, alertó que México, educativamente está 2 años por debajo de la media de los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y si nos comparamos con naciones como Singapur, la diferencia es de 3.5 años menos.
“Cabe resaltar que 52 por ciento de los estudiantes mexicanos logran los aprendizajes mínimos o suficientes. Lo contrario sucede con el 48 por ciento de nuestros estudiantes, 13 por ciento se ubican en los 2 niveles más bajos de la escala y solo el 2 por ciento se ubican en conjunto en los tres niveles más altos de los 7 niveles que trabaja la OCDE.
“Un aspecto interesante, es que aquello que llaman creencias epistémicas de la ciencia, las mujeres salen arriba de los hombres en términos generales, es decir, que tienen un pensamiento científico más consolidado que los hombres, sin embargo, salen por debajo del interés, motivación y eficacia de la ciencia”, indicó el doctor Backhoff.
La mesa redonda estuvo coordinada por Ranulfo Romo, miembro de El Colegio N