Uso del supercómputo para develar los misterios de los genes

025 CIENCIA

Ciudad de México. 18 de septiembre de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- En el 2012, el joven Alejandro Sánchez tuvo que enfrentarse a una de las decisiones más difíciles en su vida, aceptar un trabajo en el Instituto Sanger de Inglaterra, un centro de investigación líder mundial en ciencias genómicas, o rechazar el trabajo para regresar a su país natal, México, para trabajar en la recién creada Unidad Universitaria de Apoyo Bioinformático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Cuando Alejandro Sánchez recibió una beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para hacer una estancia de posdoctorado en el Instituto Sanger, se comprometió a pagar una deuda de 200 mil pesos para regresar el apoyo. De esta deuda, la mitad quedaría saldada si el joven terminaba su posdoctorado y el resto se pagaría solo si regresaba a trabajar en alguna institución mexicana el doble de tiempo por el que recibió el apoyo.

Pero mientras realizaba su doctorado, estos requisitos cambiaron y el estudiante ya no estaba obligado a devolver los 200 mil pesos. Aun así, el compromiso con su país le quedó grabado en la mente. Hoy, después de seis años, Alejandro Sánchez se siente muy satisfecho de ser investigador de la UNAM y encargado de la Unidad Universitaria de Secuenciación Masiva y Bioinformática.

Cuando Alejandro Sánchez era un niño disfrutaba mucho salir al jardín y observar toda la vida que allí se refugiaba. Le gustaba mirar los insectos, lagartijas y arañas y, de vez en cuando, atraparlos. Y aunque en su familia no hay científicos que lo hayan animado a seguir el camino de la investigación, la enciclopedia El Tesoro de la Juventud, que su padre compró cuando él era pequeño, sembró en él el deseo de estudiar biología.

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